Édgar Hernández* /
¡Pedro Díaz, un auténtico periodista calumniado por cagatintas!
Desde la desaparición del Colegio de Periodistas para dar paso a la Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas, CEAPP, –Frankensteins de Fidel y Duarte-, la consideración del gremio ha sido que nunca debieron ponerse de rodillas al poder.
Hoy la CEAPP es un cadáver insepulto por estos días objeto de rapiña de parte de actores ajenos a los comunicadores –los de verdad-.
Son aquellos que buscan ahondar la división en ese río revuelto. Pulverizar aún más a un sector de por si vapuleado por déspotas e insensibles que prefirieron la corrupción antes que la libertad de prensa.
La Comisión de marras para hacerla presentable por el actual régimen ha sido maquillada, pero imposible quitarle las manchas indelebles que dejo la herencia de 19 periodistas sacrificados.
La CEAPP de siempre ha sido el parapeto para proclamar de dientes para afuera el “indeclinable respeto a la libertad de expresión”, pero en el fondo –como es común en regímenes autoritarios- no es más que la fachada del repudio a la “pinche” prensa, en parte comprada con dádivas –un plato de lentejas-, para después tener el pretexto para señalarla como “prensa corrupta”.
Es el caso de ésta Comisión de Atención y Protección de Periodistas, que en sus peores sueños de opio jamás se le ocurrió voltear para atender y mucho menos proteger a los periodistas.
Hoy se presenta ante el gremio sambutida con kilos de maquillaje para mostrarse plural y autónoma. En el fondo, sin embargo, está en franco estado de descomposición.
La Comisión no representa el sentir, ni intereses de la prensa veracruzana y su única tabla de supervivencia está representada por dos honrosas excepciones a la regla manifiestas en Mussio Cárdenas y Pedro Díaz, auténticos periodistas.
El caso Mussio merece el encomio por su postura independiente que no ha variado un ápice, al señalar como premisa desligar a la CEAPP del gobierno y poner sobre la mesa de las decisiones la renuncia de los comisionados al salario y viáticos que generosamente se les otorga.
El otro caso es el de Pedro Díaz, periodista de intachable trayectoria hoy objeto de jaloneo, golpeteo mediático y calumnias de parte de un grupo quesque comunicadores del norte de Veracruz que afirman tener pruebas de presuntas extorsiones.
Ello cuando la realidad revela que los denunciantes ni son y mucho menos abanderan al “periodismo”. Solo son dos sedicentes que carecen de pruebas, que aseguran tener en su poder, sin presentarlos, “reveladores” audios y videos incriminatorios.
En el fondo están cilindreados por un diputado opositor y un alcalde ofendidos por las críticas y señalamientos que ha hecho Pedro Díaz.
Escribe el influyente moderador de la opinión pública veracruzana Armando Ortiz, que el periodista Pedro Díaz es acusado de extorsión por Eliseo Bautista y Roberto Matías, cuyas únicas pruebas que presentan estos sujetos son las declaraciones de Édgar Díaz, entonces diputado por Chicontepec, quien aseguraba que el periodista le había pedido 10 mil pesos a cambio de “hablar bien de él”. Como si diez mil pesos fuera la letra de cambio para la solución de los problemas del periodista.
En su denuncia pública Bautista señala que posee una grabación que nunca mostró, sin estar dispuesto, en otro sentido, el ético y solidario, a acreditar la agresión física a Pedro Díaz de parte golpeadores a sueldo de ese millonario “campesino” de Chicontepec, Edgar Díaz –mala suerte que tenga ese nombre-.
Muy dignos los “periodistas” se presentan al Congreso para pretender engatusar a Maryjose Gamboa, quien sin mayor preámbulo les ha dicho que la extorsión es un delito y que si hay querella jurídica la presenten en la Fiscalía General.
En realidad no hay porque espantarse. La verdad habrá de primar.
Pedro Díaz, se quede o renuncie a la CEAPP, seguirá siendo el mismo periodista combativo, premiado y reconocido por el gremio, excelente conductor de radio y las redes, corresponsal de los más acreditados portales estatales y prestigiado moderador de opinión.
El, como dirían los clásicos seguirá siendo el mismo hombre modesto en su forma de vivir, periodista de a pie que reportea de pueblo en pueblo en autobús o “raid” y siempre casado con la verdad.
Bautista, sin embargo, en tanto no acredite legalmente la cuantiosa extorsión de Pedro (de 10 mil pesos) seguirán siendo un jalasacos de a dos pesos.
Esas son las contradicciones que salpican a la CEAPP hoy en el umbral de su desaparición como augura Maryjose Gamboa.
Los nuevos retos por enfrentar es que la CEAPP se pregunte a sí misma si de verdad sirve, funciona y opera.
¿Es necesaria su existencia?, ¿prestigia al gremio?, ¿Habrá de protegerlo?, ¿Le dará real atención a los periodistas atropellados por la arrogancia del régimen?, ¿Funcionará con sus nuevos comisionados de chile, dulce y manteca?
Y obligado preguntarse sí se moverá con transparencia –cuando su burocracia se lleva el 80 por ciento del presupuesto por salarios-.
En modo alguno parte fundamental de su razón debe ser la exigencia de esclarecimiento de los periodistas masacrados y saber si está dispuesta a representar a la prensa veracruzana ahora que se está consolidando la ruptura con el nuevo gobierno.
Su autonomía es fundamental.
De otra suerte el desprestigio que arrastra y la disputa externa por su control imponen su desaparición para dar lugar a un organismo ajeno al gobierno que se coloque del lado de la verdad, honestidad, transparencia y defensa de la prensa veracruzana que vive sus peores momentos… que ya es decir.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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