Luis Ortiz Ramirez* / Immanuel Kant, considerado como el padre del idealismo alemán y uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal, dijo que “un pueblo educado es un pueblo libre”. Como maestro mexicano, concuerdo plenamente con ello; aunque no es fácil luchar desde un aula desvencijada y con la fría apatía de muchos padres de familia, que piensan que soy la niñera de sus hijos.
El poeta cubano Jose Martí, destacaba el papel tan importante que jugaba la educación en la vida de los hombres, él dijo desde la bella Cuba, que el “pueblo que se somete perece” y, eso es cierto, un pueblo que no conoce a sus fundadores, que no conoce sus raíces, no enraíza su amor por su patria chica, tarde o temprano pierde su identidad, y se somete a las culturas ajenas.
Sin embargo, por muy noble y romántica que sea la tarea del maestro, esta es una profesión mal pagada y sometida al vaivén globalizante. Con todo, me reconfortan las palabras de Don Jesús Reyes Heroles, en una de sus reflexiones, dijo, “las luchas fáciles no son luchas, son trampas”, esto debería de alertarnos; ya que ningún maestro puede enseñar, sin hacer sacrificios personales. Además, Jose Martí, afirmaba, que el pueblo más feliz, sería el que tuviera mejor educado a sus hijos.
Y de verdad que resulta gratificante ver el rostro moreno de las madres y los padres, con sus ojos brillosos de felicidad, cuando ven el progreso académico de su progenie.
Sin embargo, resulta evidente que la situación económica que se vive en todo el país, obliga a que los dos padres trabajen, el divorcio y el desempleo, también afectan la unidad familiar. Además, cuando el docente solicita la presencia de alguno de los padres para tratar alguna problemática de su hijo, este hace caso omiso.
De igual forma, existe la apreciación equivocada de que en la escuela se educa a los niños, cuando en realidad el papel que juega la escuela es la de trasmitirle conocimientos duros y solo una pequeña parte fortalece la parte axiológica.
Por tal razón, se requiere una comunicación directa con los padres de familia, buscar mecanismos de acercamiento que permitan conocer las necesidades de los hijos-alumnos, y no solo eso, se necesita conocer el trabajo docente, y sobre todo, conocer un poco más a los maestros de sus hijos. Total, no son sus nanas, son sus maestros.
*Posgraduado en Educación, y especialista en Inteligencia Emocional e Inteligencias Múltiples
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