Vaya fichita la que se echaron encima los vecinos del norte. Pensaron que elegir a Trump era tener a un presidente, pero en realidad eligieron a un extorsionador. Y es que no se le puede llamar de otra manera a un sujeto que amenaza con ejercer medidas draconianas a las empresas que no se sometan a sus caprichos. Trump no quiere dirigir a los Estados Unidos, Trump quiere ser el presidente ejecutivo de General Motors, Ford, Toyota y cualquier otra empresa automotriz.
Decimos esto porque con sus amenazas piensa conducir la política financiera de esas empresas. Primero amenazó a General Motors, respondiendo a esa amenaza Ford, quien canceló la construcción de su planta en San Luis Potosí. Ahora amaga a Toyota diciendo que aumentará los impuestos de importación si fabrica el modelo Corolla en su planta de Baja.
Ford de manera indigna cedió a las amenazas de Trump creando un negativo precedente. Sin embargo, Toyota sí tuvo dignidad y respondió a Trump que de su parte «no hay cambios en la estrategia regional bajo las circunstancias actuales». En otras palabras, Toyota le dijo a Trump que se metiera su amenaza por donde no le entra la luz.
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