Las trampas del mensaje

El gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares FOTO: PRENSA GOBERNADOR YUNES
- en Opinión

Rafael Pérez Cárdenas / Durante la campaña electoral, el discurso fue su fortaleza. Sin embargo, durante su incipiente administración, ha sido su debilidad. Al cumplirse el primer mes de gobierno, Miguel Ángel Yunes ha mandado una serie de mensajes no sólo contradictorios sino francamente absurdos, lo que vendría a explicar no sólo el desencanto de los votantes –muchos de ellos burócratas-, sino también el recelo del gobierno federal respecto del rescate financiero solicitado.

En principio, muchos cibernautas –ellos dirán que son sus adversarios políticos- han revivido las imágenes, discursos y memes, donde el Gobernador se comprometía a castigar los actos graves de corrupción y encarcelar a quienes los habrían cometido.

Aún antes de ser candidato, en la víspera de la navidad de 2015, Miguel Ángel Yunes tuiteó: “Me comprometo a que borraré la risa burlona de la cara de @Javier_Duarte. La Navidad de 2016 la pasará en la cárcel”. Pues resulta que ni una cosa ni la otra; y seguramente la risa burlona de Duarte ahí sigue, tal vez confiado en que sus arreglos por interpósita persona con la administración estatal han rendido frutos, al menos por ahora.

Otra vez, invadido por el espíritu navideño, el Gobernador aseguró el pasado 20 de diciembre, con mucho optimismo, que “superaremos la crisis”. “Veracruz enfrenta una grave crisis financiera y una grave crisis social, los retos del futuro son enormes, es urgente rescatar a Veracruz y darle un nuevo rumbo”. Hasta ahí todo bien.

Pero entonces, ¿quién miente? Si la crisis económica -que todo el mundo sabe, reconoce y padece por su gravedad- es salvable en dos años, entonces el tema no era de terapia intensiva como para enfrentarnos con el gobierno federal y amagar con una ruptura en forma de desincorporación fiscal. Nadie regatea al gobernador el esfuerzo por sacar el barco a flote, pero cuando intenta asustar con el petate del muerto, el gobierno federal ya está curado de espanto.

Luego entonces, la clave es el mensaje. En ese mismo discurso, se refirió a lo que muchos veracruzanos queremos saber: de cuánto, con quién y cómo vamos a pagar el crédito, que nadie duda que es necesario. Dijo hace un par de semanas: “los contratos serán con tres bancos, y serán publicados en el portal de transparencia del gobierno y se hará pública la aplicación de los recursos”.

Y en esa fecha se comprometió a que este jueves, “ya con los créditos que se contraerán y los recursos que aporte la Federación, el Gobierno del Estado podrá hacer frente para pagar 150 millones de pesos” correspondientes a aguinaldos y prestaciones de diversas entidades de gobierno. Entonces, ¿el crédito ya se contrató? ¿Qué pasó con la información prometida?

Durante su toma de posesión, dijimos en este espacio lo irregular que sonaba su informe sobre el patrimonio que habría logrado recuperar, aún sin ser ni representar autoridad alguna. La devolución de bienes, propiedades y dinero en efectivo lo hizo, como el mismo lo dijo, a título personal y por tanto, con un alto grado de discrecionalidad, sustituyendo a todo el sistema de justicia. ¿Cuánto y de quién provienen estos recursos? ¿Dónde están o en qué se aplicaron? Nadie lo sabe.

Pero además, cualquier abogado aún con poca experiencia, sabe que la restitución del daño no exime de la responsabilidad penal, por tanto no hay lugar al “borrón y cuenta nueva”. Si los perdonó por el hecho de devolver, se convierte automáticamente en cómplice del desfalco. Otra vez, el mensaje.

Y qué decir de aquélla promesa de campaña de que no habría despidos masivos de empleados del gobierno. Aquéllas frases donde aseguraba entender que la responsabilidad administrativa no era de los empleados sino de los titulares de las dependencias; ese discurso de falso redentor que tantos votos le redituó, hoy se ha convertido en el calvario de cientos de burócratas, como sucede en la SEV, el Seguro Popular o la FGE, donde ya ha sido notificado la cancelación de los contratos temporales.

Ante la necesidad de reconocimiento personal y legitimación de medidas económicas poco aceptadas, los gobiernos suelen estirar el discurso político más allá de lo posible. El problema no es que tengan que tomar medidas difíciles, todos lo hacen, sino que durante mucho tiempo atrás hayan dicho exactamente lo contrario, lo que resulta un verdadero tiro en el pie.

Y en la aldea lo mismo: que se castigaría la corrupción y que Duarte pasaría la navidad en la cárcel, que no habría desempleo de burócratas, que la crisis era devastadora pero que no se contratarían créditos… Y luego preguntan por qué nadie les cree.

La del estribo…

Las felicitaciones y parabienes en redes sociales que enviaron muchos ex funcionarios ligados al desfalco financiero del estado, sonaron a verdaderas mentadas de madre.

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