Carvallo, Mota y Abdalá se refugian en el fuero que les concede su diputación federal; Gina Domínguez y Alberto Silva tragan gordo al saber que van sobre ellos, aunque como van las cosas, sólo les están dando tiempo para fugarse o preparar un amparo.
La sensación que queda en la sociedad veracruzana es que el Gobierno Federal o el sistema priista, como quiera usted llamarle, está protegiendo a estos rufianes. Además, ya no se menciona a los diputados que salieron de la LXIII Legislatura, al principio de su salida se pensó que se les fincaría responsabilidades; se recordará que éstos sólo sirvieron como tapete y peones del Nerón veracruzano.
Pero lo peor de todo, la fallida captura de Javier Duarte es una burla y una afrenta para todos los veracruzanos. Desgraciadamente, la sangre no ha corrido al río, ninguna cabeza ha caído, no por venganza, sino por simple justicia y esa no aparece por el estado de Veracruz.
