¡Feliz Navidad!

El doctor Juan José Flores Rodríguez FOTO: JORGE FLORES MARTÍNEZ
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Hace un par de años, mi familia y yo decidimos publicar un libro de mi padre el doctor Juan José Flores Rodríguez, la fecha obligada para la presentación era el 7 de noviembre del 2014, una fecha fácil de elegir, ya que ese día mi papá hubiera cumplido 75 años; la obra prácticamente estaba terminada, solo se trató de acomodar los textos, decidir el índice, escribir unas líneas y definir cuál sería el carácter del libro.

Contábamos con dos textos escritos por él, el primero y más extenso era su trabajo de los últimos 20 años relativos a sus investigaciones, una relacionada con el SIDA y, la otra sobre la inmunodeficiencia, donde gracias a los estudios realizados consideraba que ésta tenía relación con algunos casos de herpes. El segundo texto era una pequeña novela, algo autobiográfica, en la que narraba un poco de su vida.

La decisión familiar fue agrupar los dos textos y exponer algo de su vida, abordar sus últimos trabajos de investigación y ya entrados en gastos, publicar un poco de poesía y una galería de sus pinturas más representativas.

El libro se presentó en el Museo de Antropología de Xalapa, una tarde con un clima terrible, pensamos que la asistencia se reduciría a unas cuantas personas entre amigos y familiares muy cercanos; la sorpresa fue mayor cuando pocos minutos antes del evento, el auditorio se encontraba completamente lleno y muchos simplemente se tuvieron que acomodar de pie en el pasillo de acceso del auditorio.

Debo confesar que yo no tenía la menor experiencia en eventos de esta naturaleza, me costaba mucho mantenerme en una pieza y exponer ante los presentes las causas que motivaron a que publicáramos un libro de mi padre de manera póstuma.

La presentación, a pesar de mi inexperiencia, se desarrolló muy bien. Una vez expuesto lo relativo al libro por mi hermano mayor y por los otros presentadores, quienes también participaron en la elaboración del libro, pasamos a la planta alta a una pequeña exposición de su obra plástica con la intención de explicar cada una de ellas, lo que fue imposible, ya que éramos más de 400 personas y muchas nos abordaron para felicitarnos o para que inmerecidamente les firmáramos sus libros.

Se trató de un día que no olvidaré nunca, es muy difícil rendir homenaje a un padre de manera pública. Recuerdo que cuando mi madre y yo decidimos que parte de su biografía la escribiríamos nosotros los fines de semana, me encontré con la presencia de su ausencia y como un ejercicio de convencimiento escribí unas líneas que al final se decidieron colocar como presentación del libro.

Ahora, después de dos años se han presentado circunstancias que no fueron incluidas en su momento en el libro, pacientes que se contactaron después de muchos años, familiares y amigos rencontrados felizmente y sobre todo la continuación increíble de una historia de veracruzanos al otro lado del mundo.

Cuando el libro estaba en proceso, mi hermano mayor se contactó por medio de las redes sociales con las niñas ahora mujeres, que hace 30 años se fueron siendo unas niñas a Francia en adopción, donde hicieron una vida plena y feliz en compañía de sus nuevos padres y familias.

Ahora nos encontramos que esas niñas tienen sus hijos y dos de ellas justamente en estos días dieron a luz a dos veracruzanos más.

Pero esto inició como una historia que nunca debió suceder, con una niña que era madre de otra niña que por su origen de pobreza y olvido marcarían su destino casi irrenunciable, y en una necedad, de mi papá, de que solo la seguridad absoluta de que es posible lograr lo que definitivamente parece imposible, se iniciaron los trámites de adopción de estos niños, no exentos de problemas, trabas y días realmente de pesadilla. Aún recuerdo una huelga de hambre en las instalaciones del DIF estatal, donde mis padres exigían a las autoridades que nadie tenía el derecho de cancelar el futuro de estos niños.

Estoy seguro que estos niños y niñas, ahora hombres y mujeres con sus propios hijos, deben tener claro que son veracruzanos, orgullosamente mexicanos en Francia. Ahora, mi hermano mayor será padrino de bautizo de uno de los hijos de estas niñas y de esta manera como decía Walter Gropius, un grande de la arquitectura, “si nuestra contribución ha sido vital, siempre habrá alguien que retome nuestro trabajo donde lo dejamos y esa será nuestra reivindicación a la inmortalidad”.

Esta historia, que es una entre miles de historias de veracruzanas y veracruzanos que no cuentan con el monumento, con la placa de bronce o el nombre de una calle o plaza, y que son con la que se escriben la historia de nuestro estado, con estos hombres y mujeres que decidieron que la tarea más importante es luchar por lo imposible, por esas luchas que cualquier otro daría por perdidas antes de iniciarlas.

Así que, en esta fecha, solo quiero decirte que tu ausencia en estos días sigue siendo difícil, pero tu presencia es cada día más intensa.

¡Feliz Navidad a todos!

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