Elena Córdova / En mi experiencia profesional, más aún en mi trabajo actual que desempeño orgullosamente dentro de una importante dependencia federal que tiene que ver absolutamente con el campo y sus virtudes, como la siembra, producción y comercialización de los nobles y beneficiosos productos agropecuarios, puedo decir que una de mis mejores enseñanzas y/o aprendizajes los he obtenido de los campesinos, de los propios productores, empresarios en pequeño y grandes importadores y exportadores nacionales y extranjeros. Puedo jurar que en los distintos niveles que cito, la herramienta más importante y valiosa que me ha servido en todos los contextos es el diálogo, entendido éste –aquí apelo a varias interpretaciones y hago propia las ideas– como la conversación entre dos o más individuos que exponen sus ideas o afectos de modo alternativo para intercambiar posturas. Siguiendo esa ruta, también es posible afirmar que un diálogo es también una discusión o contacto que surge con el propósito de lograr un acuerdo.
Si me permiten el ejemplo, les puedo decir que nada es tan satisfactorio como atender, escuchar y poder resolver algún problema, duda o simplemente dar una orientación, en nuestra calidad de servidores públicos, a quien nos lo pide, en especial al ciudadano común, como usted y yo.
Para quienes hemos tenido la necesidad de acudir ante una autoridad pública, sea la razón que fuere, nada nos llena de satisfacción que ser bien atendidos y como se dice en el lenguaje común, muy mexicano, por cierto, “por lo menos nos escucharon de buena forma, amablemente”; aunque a veces no tengamos la respuesta adecuada o que necesitamos, porque a decir verdad, es lo menos que podemos esperar de nuestras autoridades que nos rigen.
Ahora bien, si me permiten, para dar un mejor sentido a mi colaboración, cito que, según la Real Academia de la Lengua, “la política es el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados; actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos; cortesía y buen modo de portarse; arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”.
Para dar una mayor claridad, cito un texto que me recomendaron, un ensayo que habla del “Diálogo y la Política” del profesor en Filosofía e Historia del Derecho, Hugo Tagle Martínez. En el referido ensayo, el jurista nos dice que así como en el concepto del diálogo, “y más que en él, en la política participan una pluralidad de personas, siendo, por un parte el gobernante y quienes de él dependen en cuanto a sus funciones, y por la otra los gobernados, particulares o súbditos… ahora bien, el diálogo entre el gobernante y el gobernador , siempre posible y necesario… el diálogo en la política siempre debe realizarse en torno al bien común en lo que es necesario hacer para conseguirlo, que comienza por su conocimiento, estudiar, investigar, contemplar la realidad concreta de la nación…”.
Actualmente usted, yo y muchos más ciudadanos vemos que en Veracruz, existe un nuevo gobierno, producto de la voluntad popular, sin duda, que así lo quiso y manifestó en las urnas. Como todo cambio radical de un sistema político y partidista, siempre hay ajustes, estilos, cambios y reformas, es natural, e incluso me atrevo a decir, necesario que suceda.
Mi preocupación, al igual que la de muchos paisanos veracruzanos es el clima de incertidumbre y la falta de diálogo, en este caso, con los trabajadores y empleados que no tienen un nivel de mando, pues, todo indica que están siendo objeto de arbitrariedades por quienes ahora llegan a ocupar puestos directivos. Como dice el clásico, todo cambio debe ser para mejorar y la gente espera mucho más que eso de sus nuevas autoridades. Con más diálogo, ambas partes pueden exponer y entender sus ideas o situaciones y así lograr un buen acuerdo.
No omito señalar que también, ahora nos enteramos públicamente que existieron abuso de muchos dizques trabajadores o empleados, llamados “aviadores”, pero eso no justifica que se barra parejo o que paguen justos por pecadores. Como bien dicen los analistas, “en sentido riguroso se admite que el diálogo está en el origen, en el principio de la democracia”. No cometamos el mismo error que sirvió de pretexto para terminar con el antiguo gobierno: no dialogar con el pueblo.
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