En algún momento María Belén Fernández del Puerto declaró lo siguiente: «La violencia en el estado se había recrudecido por la llegada de Yunes Linares». Para ese entonces la todavía diputada andaba en trámites tratando de obtener una notaría, algo así como un premio o una tabla de salvación pues sabía que después del papelazo que hizo como diputada ya nadie le iba a dar trabajo como funcionaria pública.
A pesar de que reprobó los exámenes, el día 15 de septiembre de 2016, y pasando por encima de los miembros del Colegio de Notarios que se oponían a este tipo de regalos, a la señora Fernández del Puerto le dieron su notaría. Hace unos días, desde la misma Secretaría de Gobierno, retiraron la notaría a Belén Fernández del Puerto. Seguramente ya había puesto su oficina, acá muy “pipirisnais”, pero finalmente se le canceló.
Y es que las notarías no son regalo de jubilación ni premios. Las notarías tienen razón de ser. De acuerdo con el boletín que informa la cancelación de esta notaría, éstas tienen que estar supeditadas a la cantidad de población que haya en la zona donde se va a otorgar: «Respecto de las Notarías de nueva creación, es viable decretar la CANCELACIÓN, toda vez que en la demarcación de que se trata y tomando en consideración el número de habitantes por cada municipio según el INEGI, no se justifica su creación».
En este momento Belén Fernández del Puerto ha de querer tragarse las palabras que enunció hace unos meses.
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