Aparte de su sueldo mensual, de sus dietas, de sus compensaciones y de sus tranzas, los diputados del Congreso Federal recibirán un jugoso bono de fin de año que va de los 140 mil a los 586 mil pesos. Mientras tanto el trabajador común, de los bien pagados, aspira a un aguinaldo de cinco mil pesos. Ya hasta la iglesia, que miren por lo regular se pone del lado del poder, se escandalizó e hizo señalamientos sobre esa desproporcionada diferencia entre el bono de un diputado y el mendrugo de aguinaldo de un trabajador común.
En editorial del semanario Desde la fe, la iglesia católica reprocha a los servidores públicos estos excesos que se dan en un país con un alto porcentaje de pobreza. Desde la fe dice: «A fines de año surgen noticias de pagos escandalosos de aguinaldos y bonos para legisladores y funcionarios. Y esto demuestra cómo debemos replantear el significado del servicio público al ser una labor para el bien del país, no filón de oro y manantial de inmorales e insultantes riquezas».
El siguiente paso sería excomulgar a los diputados, aunque la gran mayoría, aunque profesen la fe católica, le daría lo mismo si los expulsan de su fe que si los hicieran beatos.
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