Jorge Flores Martínez / No existen políticas de combate a la corrupción, es inútil elaborar leyes de avanzada mundial contra este mal; si nosotros, no somos capaces de establecer la mínima normalidad democrática que haga que la incompetencia de nuestros gobernantes tenga consecuencias.
Siempre, en todo régimen democrático la alternancia es un elemento importante para contener la corrupción, no es el único, pero es de los indispensables.
Estoy seguro que el jueves, 1° de diciembre, después de la ceremonia de toma de posesión y del saludo de miles de veracruzanos en el patio central del Palacio de gobierno, nuestro gobernador se encontró con la verdadera disyuntiva que marcará su gestión, trabajar en la gobernabilidad o administrar el estado.
Al otro día, ya en su escritorio, indudablemente observó detenidamente el estado financiero que guarda el estado y le preguntó a su secretaria de finanzas: ¿cuánto hay en caja señora secretaria?, quien seguramente respondió: en números redondos el Estado cuenta aproximadamente con cero pesos, cero centavos; y, aprovechando la ocasión, también le dijo que no hay para pagar la próxima quincena, los aguinaldos, y ni hablar de pagar a proveedores.
Es, en este momento que la disyuntiva tomará su verdadera dimensión, si Miguel Ángel decide que lo importante es atender la gobernabilidad, su administración se reducirá únicamente a cuarenta y ocho quincenas, dos aguinaldos y estar ocupado todo este tiempo en procurar los recursos para cubrir la nómina de cada quince días; o, si por el contrario, decide que su gobierno será para administrar el estado se tendrán que crear los controles necesarios para reducir el gasto fijo, eliminando los gastos de “gobernabilidad” a grupos de presión, de chantaje y a medios de succionadores profesionales a través de una serie de políticas serias, construyendo en dos años las bases para la viabilidad económica y financiera de Veracruz para los próximos veinte años.
Reducir el costo de la “gobernabilidad” heredada de la administración de Fidel y Javier puede representar miles de millones de pesos al año, dejar de mantener a parásitos como los Cuatrocientos pueblos, Antorcha campesina o simplemente estar convencido que no existe campaña en medios que construya una imagen positiva de un mal gobernante.
Así también, desterrar la corrupción como forma de gobierno puede representar otros miles de millones de pesos a la hacienda del estado, cada año. Es más, seguir con la estrategia de recuperar los recursos robados puede dar espacio para permitir desarrollar alguna obra pública importante, dejar de mantener a los aviadores en todas las dependencias de gobierno puede representar un ahorro de otros varios miles de millones de pesos.
Deberá trabajar en transmitir la idea de que se puede gobernar eficientemente; sus colaboradores deben de tener claro y presente que hay que renunciar a los privilegios absurdos y desmedidos, un pueblo empobrecido no puede, ni debe ser gobernado por una casta de privilegiados que ostenten el presupuesto estatal como un derecho obtenido en las urnas, los veracruzanos no votamos por eso y es justamente de lo que estamos hartos.
Estoy seguro que serán dos años complejos y no todos entenderán que ser servidor público es un ejercicio de constante compromiso social, como gobernador tendrá que insistir, firmemente, a sus colaboradores que se acabó la fidelidad-próspera, que en esta administración se debe desterrar de Veracruz la nefasta herencia de Fidel y de Javier y su patrimonialista manera de entender el ejercicio de gobierno.
El secreto es contar con los mejores hombres y mujeres, evitar el amiguismo, la cuota política o de partido. En México solo se gobierna en una ocasión y ésta se debe aprovechar al máximo. La lección que nos deja Javier no se puede pasar por alto, con los amigos no se hace gobierno, se hacen complicidades; con el partido no se administra, se refuerzan las redes de impunidad.
Ser gobernador es una responsabilidad personal que se basa más en el desempeño de los colaboradores, que en la del mismo gobernador.
Es una distinción gobernar Veracruz en estas circunstancias, en su momento más difícil y oscuro; saber que es posible, que todo depende de ser simplemente un servidor público que sirva y, un funcionario que funcione. Parece sencillo, pero se trata de cambiar paradigmas muy profundos.
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