Édgar Hernández* / Un largo ¡uff! seguro se dejó sentir en la casa presidencial, allá en México, luego de escuchar a Miguel Angel Yunes Linares.
Muchos, seguro no durmieron.
Otros estaban con un pie en el avión para huir y los aldeanos –diputados, secretarios de gabinete y responsables del manejo de los dineros públicos de la Fidelidad- exhalaron una larga bocanada de aire al no ser señalados en la toma de posesión en donde todo mundo estaba listo con sus chalecos salvavidas para escapar de la tembladera.
El “Voy a cimbrar a México”, tal vez no lo entendimos.
Muy seguramente se refería a la cimbra de una casa. No sé. Acaso a alguna acción de Protección civil de cara a los nortes que ahora llegan a todo México.
O tal vez sea el “¡Ahí viene el lobo! porque este avezado de Yunes ha de tener por ahí algún guardadito. O lo más seguro es que tenga en un chip, disco duro, memoria en USB o CD –en cajas de seguridad blindadas- una sorpresita para el 2018.
En realidad no sabe uno ni que pensar después de haber despertado tantas expectativas con esto de la cimbradera.
Y aunque dejó por ahí un pendientillo, el gobernador entrante sacó casi todo el armamento de enormes bóvedas de seguridad del banco. Todo ante la presencia de 12 gobernadores, las dirigencias nacionales PAN, PRD, diputados, dirigentes sociales –no llegó Elba- y senadores de la república… ¡Up´s!.. No, no. ¡Perdón! Los senadores no fueron invitados.
De hecho el senador Fernando Yunes Márquez de seguro fue como invitado en su calidad de hijo, ya de otra suerte no se entiende por qué no alcanzó ni una triste silla el senador de la república, Héctor Yunes Landa, quien acusó ausencia de logística en la distribución de los lugares, porque él no es mal pensado. El, no es de los que piensan que fue una mal obra de su primo hermano.
Pepe, de plano, pegó la carrera atrás de Héctor porque cómo le iban a hacer esa fregadera a su Tío, que en realidad es un tío postizo. Los locales, me refiero a los diputados locales del PRI-Morena, también salieron en estampida del recinto cameral acompañando a los senadores de la república para retornar, tras declarar a los reporteros que lo hacían “bajo protesta”.
Es decir, se salieron de su casa para regresar a su casa porque sus pares son una bola de desorganizados.
El punto, sin embargo, es el conspicuo mensaje del flamante mandatario.
Duro, directo, sin ambages.
Como buen orador se llevó la atención generalizada. Su mensaje entró a una parte de Veracruz ya que extrañamente solo unas cuantas radiodifusoras se colgaron a la trasmisión de RTV, que por cierto solo llega al 40% del territorio jarocho.
A la par, cierta prensa, la que fue de Duarte, ni peló la asunción del ciudadano gobernador.
Fue un discurso de tribuno que arrebato aplausos, que despertó el interés y que siguió con morbo el relato de cómo en su calidad de gobernador electo, “sin el apoyo del aparato” les hizo manita de puerco a algunos de los pillos, socios y prestanombres de Javier Duarte y les quitó no cien, ni quinientos sino ¡Mil millones de pesos”…
Ya solo faltan 179 mil millones.
Es correcto afirmar que la república estaba reunida en el reducido recinto cameral del honorable Congreso del Estado. Es correcto también el cacareo previo y campaña mediática que se hizo del evento.
Incorrecto, sin embargo, lo que intencionadamente se hizo con los senadores priistas y acaso un poco tedioso chutarse discurso en la víspera de las doce de la noche del último día de tras la presentación del gabinete, entrevistas a la radio nacional y estatal al por mayor, discurso tras la protesta como gobernador constitucional y discurso en la Plaza Lerdo.
Cansa.
Destellos de populismo. Exceso de ese grupúsculo de acarreados que llegó por la tarde con la pantomima de lavar con agua y detergente Palacio de Gobierno –ojalá fuera diario porque cómo apesta- y las redes ni como asomarse: puro Yunes.
Vale, en esta pretendida crónica que recoge además los comentarios de algunos colegas y políticos de ambos bandos, que conviene dejar al señor gobernador Miguel Angel Yunes Linares disfrute lo que muchos quisieran fuera una larga luna de miel, pero que infortunadamente en el despertar inmediato ya adelantan los sindicatos, paros, plantones y tomas de oficinas.
Y es que para no pocos lo que viene, más que la llegada del Mesías, es su arribo al infierno en cuya entrada está Cesar del Angel y sus 400 meretrices.
Es la bienvenida para alguien que aspira al cambio; que desea limpiar el cochinero y que se apoya en gente capaz –Er, bueno… casi toda porque se colaron dos que tres fichitas y dos que tres inútiles que difícilmente podrán sacar al buey de la barranca- para consumar la transición que nos lleve al camino de la normalización democrática.
Y vale el comercial.
Es importante sumarse al compromiso social, al acuerdo que llama el gobernador, pero como en todo: vamos transitando de las palabras a los hechos.
En sus primeras acciones habremos de observar de qué lado masca la iguana y como regresar al equilibrio financiero, social y político y cómo encarar la bancarrota.
¿Con qué herramientas va a confrontar la deuda? ¿Cuál es el plan para encarar con la fuerza de la ley, al crimen organizado, a los Zetas, a los de la Nueva Generación y a los barones del Cártel del Golfo? ¿Se va a dejar ir así como así al Fiscal Luis Angel Bravo Contreras?
Cómo generar empleos y reactivar la economía, amén de sus enunciados en la toma de posesión.
¿Habrá aguinaldos para los 80 mil pegados a la ubre burocrática? ¿Habrá una justa tolerancia de parte de los jubilados y pensionados de cara a las arcas vacías? ¿La UV se apretará un rato –en ese llamado al acuerdo por Veracruz- el cinturón?
Son muchos los pendientes.
Son pocas las armas, pero indiscutible que de entrada se percibe una intención sana, legítima y con capacidad para encarar la crisis. Habrá pues, que darle tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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