Arturo Reyes Isidoro / De unidad habló Felipe Amadeo Flores Espinosa al ser reelegido para un tercer periodo al frente del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Manifestó que la unidad es “el motor que debe mover al Partido”.
El suyo fue un mensaje de contradicciones, porque lo que menos existe en el expartidazo es unidad.
Lo evidenció el Consejo Político Estatal extraordinario celebrado el viernes pasado donde lo fuerte de su partido le hizo el vacío.
Porque su propia relección causó molestia y división: no lo acompañó ni lo acuerpó el propio senador José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla, acaso el más emblemático priista veracruzano en este momento.
Pero tampoco los dirigentes de los sectores más fuertes y numerosos: el campesino y el popular, Juan Carlos Molina Palacios y Erika Ayala Ríos, respectivamente.
(El 14 de marzo pasado, Molina Palacios reclamó al CDE que no considerara a los jóvenes, hombres y mujeres cenecistas, en la designación de candidatos para las próximas contiendas electorales.
“En nombre de los hombres, jóvenes y mujeres del campo, como sector exigimos se nos tome en cuenta, ya que los cenecistas tienen el derecho y trabajan duro para poder participar en los comicios; en Veracruz, el campo es la columna vertebral de nuestra economía, por lo que este sector debe tener su representación plurinominal”.
Denunció entonces que existían grupos que mantenían “secuestrado al partido tricolor adueñándose de las posiciones, aunque no conocen el sufrir de los ciudadanos, especialmente de la gente del campo”).
A ellos se sumaron con su ausencia la mayoría de los presidentes municipales, diputados locales y federales, funcionarios del gobierno y delegados federales priistas, así como los exdirigentes estatales.
Pero, qué duda cabe, el político de Cotaxtla es un hombre con suerte, sin dejar de reconocer su experiencia y su capacidad.
Cosa de recordar que en el siglo XX, durante el periodo 1992-1995 fue presidente del CDE por primera vez, cuando el PRI perdió entonces 80 presidencias municipales, lo que no había ocurrido nunca (enseguida lo superaría Miguel Ángel Yunes Linares quien perdió 107 ocupando el mismo cargo).
Ya en el siglo XXI, en 2016 perdió la gubernatura del Estado siendo de nuevo presidente del CDE, pero esos antecedentes en lugar de pesar en su contra han sido motivo para que su partido lo premie (luego de la derrota del pasado 5 de junio, en un acto de mucha dignidad renunció el dirigente nacional de su partido, Manlio Fabio Beltrones).
Claro, puede presumir que, además, tiene muy buenas palancas, amigos de peso que lo quieren, como el senador Héctor Yunes Landa.
Fuentes confiables me aseguran y me han platicado que fue determinante el legislador de la Cámara alta para que se sostuviera en el cargo.
En la negociación y la ratificación fue excluido, o no lo tomaron en cuenta, al senador Yunes Zorrilla.
Eso explicaría su ausencia en el acto del viernes pasado. Pepe le aplicó el mismo desdén que tuvo para con Javier Duarte a quien le dio la espalda en más de una ocasión en actos oficiales del PRI.
Se habla de una negociación entre Amadeo y Héctor: tu me apoyas para que me quede al frente del partido y me ayudas a ser candidato a senador y yo te apoyo para que seas de nuevo candidato a gobernador.
Hasta ahora, la jugada les salió bien. Ya retienen para sí la dirigencia estatal del tricolor y van en busca de sus respectivas candidaturas.
Pero primero tienen que pasar la aduana de 2017, ganar la mayoría de las presidencias municipales para el PRI.
Pepe Yunes es un político que no habla mucho, pero que actúa. Tampoco fue al día siguiente, el sábado 26, a la asamblea estatal de la asociación política Alianza Generacional, propiedad de Yunes Landa.
Igual le hizo el vacío, pero fiel a su estilo, tuvo palabras de reconocimiento y tuiteó: “Felicito con mucho aprecio a todos los integrantes de Alianza Generacional con motivo de su encuentro anual 2016”.
Después soltó otro Tweet: “Aprovecho la ocasión para reiterarles mi simpatía, pero sobretodo el afecto y la cercanía con @HectorYunes a quien felicito en lo personal”.
Caballeroso, pero con su ausencia se está desmarcando de cualquier responsabilidad por lo que pase al interior del PRI y de los resultados electorales del próximo año.
Que con su PAN se lo coman, debió haber dicho.
Amadeo reconoció también en su mensaje que han iniciado el proceso electoral en circunstancias inéditas y difíciles, y abrió su partido a los ciudadanos.
Vino luego otra contradicción.
“Pero que quede claro. Sin 2017 no habrá para nadie 2018. Esta es una gran oportunidad de abrir el partido a nuevas generaciones de priistas, a todas las corrientes que habían tenido una participación marginal en los últimos años. Seremos, más que una maquinaria electoral, un partido político cercano a la gente y a sus intereses”.
No suena mal. Sin embargo, su ratificación no envía precisamente ninguna señal de que se estén abriendo las oportunidades para las nuevas generaciones de tricolores ni para las corrientes que han sido marginadas.
Están, siguen los mismos de siempre. Para el PRI, en plena época de cambios en todos los campos de la actividad humana, debe ser grave y preocupante que no haya hombres y mujeres capaces de entrar al relevo, que no tengan cantera.
Si la dirigencia nacional decidió que continuara el mismo, entonces es que no halló a nadie más idóneo.
Pero hubo más. Habló Amadeo Flores de recuperar la confianza. “Si el voto nos ha castigado por la mentira y la corrupción de algunos funcionarios, es la hora de que actuemos con la verdad, honestidad y transparencia”. Miel sobre hojuelas.
“Debemos asumir la responsabilidad de nuestros errores”, proclamó y demandó a sus correligionarios “salir y dar la cara. Decirle a los veracruzanos que nos hemos equivocado en el pasado, pero que no habrá más candidatos vinculados a la corrupción o que sean señalados por actos deshonestos. Debemos recuperar entre todos la credibilidad en la política y en el Partido”.
“A los ciudadanos queremos decirles que hemos interpretado el mensaje de las urnas. Que la corrupción ha manchado al Partido y ha lastimado y empobrecido a la sociedad. Que no habrá más tolerancia porque no podemos empeñar el futuro de nuestros hijos por la ambición desmedida de unos cuantos”.
Como pronunciamiento para tratar de demostrar a las “bases” que no se equivocaron al “elegirlo” para que siga al frente de su partido, suena bastante bien.
Pero, ¿no sería mejor que intentaran recuperar la confianza ciudadana no esperando a escoger candidatos futuros que no estén vinculados a actos de corrupción, sino actuando contra muchos priistas convertidos en funcionarios o en diputados federales que están señalados ahora como todos unos corruptazos?, ¿por qué dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”.
Dentro de tres días, el PRI será oposición formalmente por primera vez en Veracruz. Ha apostado por la continuidad –¿y el continuismo?– en su dirigencia.
Su objetivo mayor ahora es recuperar la gubernatura en 2018. Pero su proceso lo ha empezado en un escenario de división, inconformidad y un éxodo de militantes a otros partidos o para ponerse al servicio del nuevo gobernador panista (tengo muchísimos testimonios directos personales que me lo han confirmado y una foto donde se ve a Alfredo Gándara ya con los perredistas).
Esto último Amadeo no lo ignora, tanto así que en su mensaje del viernes dijo: “… también sabemos que habrá priistas que ante las circunstancias decidan emigrar a otros partidos políticos. Aquéllos que confiados en su capital político, busquen el apoyo de otras fuerzas políticas. Y más aún, quienes privilegien su lealtad a grupos y corrientes políticas antes que al Partido”.
Aunque en lugar de decir que intentaría retenerlos, todavía les hizo un reconocimiento: “A ellos, nuestro respeto y reconocimiento. Sin embargo, debe quedar muy claro que emprenderán un viaje sin regreso. No habrá más espacio para ellos en el futuro”.
¿Cuántos tránsfugas se habrán puesto a temblar con tal amenaza?