Porque cada vez que Vicente Benítez levante la mano en alguna votación en el Congreso, un delincuente estará decidiendo por nosotros; porque cada vez que Vicente Benítez ocupe la tribuna en el Congreso, estará hablando un delincuente. Vicente Benítez debería estar en una celda, no en el “honorable” Congreso.
La sola presencia de Vicente Benítez en el Congreso le quita todo lo honorable a ese recinto. El Congreso del Estado, de ser el lugar donde se asienta uno de los tres poderes que sostienen al estado, se convierte, con la presencia de Vicente Benítez, en un refugio de delincuentes, en una guarida de cuatreros.