No quiso ver la cara a esos infames que lo juzgaron como corrupto a pesar de haber tanto corrupto en ese partido. No quiso ver la cara de los jueces que han perdonado a Humberto Moreira, Arturo Montiel, Tomás Yárrington, Ulises Ruiz, Mario Marín y otros tantos exgobernadores que fueron igual de corruptos que él.
¿Qué tiene él de diferente? Eso es lo que más le duele a Javier Duarte, esa discriminación que lo vuelve diferente, que lo vuelve un apestado, que le retira la impunidad de que gozan esos exgobernadores priistas.