Esas palabras las dirige el prófugo de Veracruz al abogado fiscalista Alfonso Ortega López, cuando éste mismo le dice que se quiere salir de la jugada. El descaro y cinismo raya en la demencia, nunca, pero nunca gobernó para los veracruzanos, desde el primer mes comenzó con sus empresas fantasmas. Su codicia se dejó ver inmediatamente. En un lapso de generosidad y para quedar bien con su querida esposa, le regaló una joya de más de cuatro millones de pesos.
Después de conocer que el prófugo de Veracruz se compró una lancha de 10 millones de pesos, y el desvió de las partidas federales que eran para la SEV, no podemos más que exigir que las autoridades correspondientes obliguen a estos rufianes a devolver lo robado.
La PGR, el SAT y el Gobierno Federal ya no tienen pretexto exigir a los diputados acción para desaforar a los cómplices que aún se encuentran en el Congreso Federal, e impedir que el rufián de Vicente Benítez llegue a tomar protesta como diputado local, o acaso están esperando que emprendan la graciosa huida como su mentor.
Comentarios