Sabino Cruz V. / En junio de 1972, la detención de cinco hombres por penetrar de manera ilegal a las oficinas del Partido Demócrata, desencadenó años más tarde la renuncia del trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Caso ampliamente documentado por los periodistas del diario The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, que hoy conocemos como el escándalo Watergate.
En 1974 ambos reporteros escribirán el libro All the President´s men. En 1976, el texto fue adaptado en la película homónima dirigida por Alan J. Pakula y protagonizada por Robert Redford (como Woodward) y Dustin Hoffman (Bernstein). La película ganó cuatro Premios Óscar.
Cuarenta y cuatro años después, y guardando las respectivas proporciones, Veracruz también está viviendo su propio Watergate con las denuncias del portal Animal Político por la desaparición de 645 millones de pesos que “Funcionarios cercanos al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, entregaron (…) a una red de empresas fantasma para la compra de productos que debían destinarse a población vulnerable, pero que nunca llegaron a su destino”.
Los jarochos también tenemos a nuestro Bob Woodward y Carl Bernstein mexicanos: Víctor Hugo Arteaga (quien pide después que se retire su nombre del reportaje) y a Arturo Ángel (http://www.animalpolitico.com mayo 24 de 2016). Con la salvedad que mientras el asunto norteamericano fue de carácter político, en la Entidad es de índole económico, de corrupción y deslealtades.
Hombres y mujeres cercanos al primer mandatario, que lleva ocho días sin iniciar las acciones para “limpiar su nombre y el de su familia”, como actores principales de este drama pintoresco, intentan por todos los medios salir de escena, que no se les endose algún parentesco, compadrazgo, o como san Pedro, niegan por más de tres veces, su cercanía con el desacreditado.
Noemí Guzmán Lagunez, Alberto Silva Ramos, Edgar Spinoso Carrera, Humberto Benítez Pérez, Tarek Albdalá Saad, Zaid del Carmen Zamudio Corro, Adolfo Mota Hernández, Tomás Ruiz González, Juan Carlos Rodríguez García, Vicente Benítez Gonzáles, señalados como “los brazos de Javier Duarte” en Animal Político por estar coludidos en la adjudicación de contratos para las “Empresas fantasmas”; Harry Grappa Guzmán, Jorge Carvallo, Erick Lagos, Fidel Kuri, Antonio Nemi Dib, Georgina Domínguez, Yolanda Gutiérrez Carlín, Ricardo García Guzmán, al día que escribo estas líneas, no han salido a dar la cara por quien los encumbró y, en algunos casos, aseguró su descendencia con un patrimonio que ni tres generaciones se los gastarán.
Después de conocerse la noticia de que hay una orden aprensión en contra del gobernador con licencia, Javier Duarte de Ochoa, alias el JAVIDU, no solo estos prohombres han negado su linaje, sino que algunos de ellos empiezan gritar que “atrape al ladrón”, que no lo dejen escapar, que sea llevado ante la justicia, y que regrese todo lo que se robó.
Declaraciones como las del diputado Juan Nicolás Callejas Arroyo, quien no hace mucho armó un sainete porque el “presunto gobernador electo” le dijo que era empleado de Duarte, de que con todo y fuero el “prófugo” de la justicia puede ser detenido por la Procuraduría General de la Justicia; o del ex alcalde de Xalapa, David Velasco Chedraui, que demanda a la Junta de Coordinación Política acelere el proceso de desafuero; o la denuncia penal de Américo Zúñiga Martínez, alcalde de la capital veracruzana, contra el gobierno del Estado por la deuda de 64 millones de diversas partidas presupuestales y 120 millones de pesos del Fondo Metropolitano, son apenas algunas de las reacciones que dan sentido al dicho popular de que “del árbol caído todos quieren hacer leña”.
Lo que en 2016 fue fiesta, sonrisas, abrazos y felicitaciones por formar parte del gabinete del cambio generacional, hoy son rostros compungidos, apendejeados, huidizos, implorantes de un milagro que los exima de toda responsabilidad, que no salgan salpicados, pero lo más importante, que sus fortunas no sean tocadas.
Los días y las horas de Javier Duarte de Ochoa y Guillermo Padrés Elías, quizás estén contados, o quizás como al diputado Manuel Muñoz Rocha, acusado de haber planeado el asesinado de José Francisco Ruiz Massieu (1994), o como Julio César Godoy Toscano (2011), el hermano del ex gobernador de Michoacán, Leonel Godoy; o como los casos de Miguel Alemán Velasco (1998-2004) y Fidel Herrera Beltrán (2004-2010), causantes del quebranto, financiero los dos y político el últimos, entre otros, nunca les llegue la hora: sea porque estén muertos, se hayan cambiado el rostro o porque de plano no se les quiera “echar el guante”.
Triste y lamentable el estado de cosas que pasan en un Estado que por algún tiempo fue “Granero y Yunque de la Nación”, referente internacional para las artes, cuna de una de las civilizaciones más importante del mundo, y espacio de convergencia de múltiples signos de identidad. Tierra de poetas, músicos, intelectuales, científicos, compositores, dramaturgos, escritores, coreógrafos, actores, bailarines, luchadores sociales, pintores, escultores, libertadores, pedagogos; pero sobre todo de gente buena, honesta, trabajadora, solidaria, que vive y convive en armonía con su entorno.
Damnificados del Herrerismo y Daurtismo, desterrados probablemente por dos años de la ubre presupuestal serán, al final de esta historia macabra, las únicas cabezas que rodaran a partir del uno de diciembre. Algunos contarán anécdotas palaciegas a quien los quiera escuchar, otros, verán pasar los días y las noches en una residencia obligatoria.
Comentario Breve
El viernes 21 del mes y año que corre empieza a circular una obra que me parece es la objetivación del nuevo modelo educativo que requiere el país. El trabajo colaborativo en el que se involucraron académicos y estudiantes de Universidad Pedagógica Veracruzana, da como resultado la propuesta de un nuevo paradigma pedagógico, cuyos atributos esenciales son “propiciar la aprendencia de habilidades intelectuales, operativas y perceptivas que permitan a hombres y mujeres afrontar próximos desafíos”.
Un texto en que de manera breve se invita a conocer los paradigmas pedagógicos por los que ha transitado el país, la creación de la UPV, y la propuesta, de lo estoy seguro será un referente estatal, e incluso nacional, para el diseño de las políticas educativas del siglo XXI: el Paradigma Pedagógico de la Autoorganización.