Elena Córdova / Hace apenas un par de años, el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (Inegi) detalló en un comunicado que en nuestro país la población femenina ocupa en el ámbito rural, el 94.5% del total de la Población Económicamente Activa (PEA).
Este mismo informe mencionaba que de este porcentaje, más de tres millones de mujeres del medio rural participaron en la producción de bienes y servicios, lo que representa 15.4% de la Población Económicamente Activa (PEA) femenina de la nación mexicana.
Ahí mismo se cita que, en México residen aproximadamente 14 millones de mujeres en localidades menores a dos mil 500 habitantes. Agregando un dato más que preocupante, la creciente urbanización, es decir, las mujeres del campo abandonan su lugar de origen para irse a trabajar en las ciudades, lo cual representan uno de los mayores retos en la actualidad, el de lograr que estas significativas y singulares mujeres desarrollen su potencial sin tener que abandonar sus raíces, el lugar donde nacieron y vivieron hasta el momento de su infausta decisión.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el año del 2008, celebró por primera vez, el Día Internacional de las Mujeres Rurales, según lo establecido por la Asamblea General en su resolución 62/136, de 18 de diciembre de 2007. En ese mismo texto se reconoce «la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural». Por su parte, la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, ha señalado muy acertadamente que “las mujeres rurales son hoy en el mundo parte fundamental del desarrollo y clave para la transformación económica, medioambiental y social que requiere el desarrollo de cualquier nación, por lo que todas y todos, deben asumir el compromiso de reconocer sus contribuciones y sus derechos”. A lo que agrega “se debe apoyar y garantizar el empoderamiento de las mujeres rurales para que puedan reclamar los derechos que merecen y disfrutar plenamente de los beneficios de ese desarrollo”.
Y si de fechas importantes hablamos, los días 28 y 29 de marzo del año 2014, en la ciudad de Morelia, Michoacán, dentro del marco de la realización del Encuentro Nacional de Mujeres Rurales de México, se fundó la Conferencia de Mujeres Rurales de México (Conmujer), encabezada por primera vez por la Subsecretaria de Desarrollo Rural de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) del Gobierno de la República, Mely Romero Celis, quien fue electa de manera unánime como presidenta y la diputada Griselda Campos Beas como secretaria general.
En este importante evento, que sirvió como plataforma para que esta organización civil aprobara sus estatutos, programa de acción, declaración de principios y la integración del comité ejecutivo nacional, contando con el aval y representación de cada una de las 270 delegadas, de 29 estados; quienes en una votación unánime lograron ver el sueño cumplido. Por si fuera poco, se desatacó que la creación de esta AC tiene como objetivo el desarrollo profesional, social, político y económico de las mujeres campesinas y rurales del país mediante la renovación de las capacidades de las mujeres rurales, la transformación de la educación rural y campesina, mejorando la calidad de vida y salud de las mujeres rurales y campesinas. Democratizando la producción y la igualdad en el trabajo. Incluyendo a las mujeres en la defensa del patrimonio familiar. Prevenir y combatir la violencia contra las mujeres. Al igual que promover la construir una participación política activa con dimensión de género.
En lo personal, es un verdadero privilegio trabajar y aprender al lado de una gran mujer, a la vez extraordinaria funcionaria, política y destacada, la Subsecretaria Mely Romero Celis, quien me brindó la oportunidad de crecer y desarrollarme profesionalmente bajo su dirección y guía. Y que mejor momento, cuando se hace un justo y merecido reconocimiento a esas grandes mujeres anónimas, mujeres rurales que casi siempre emplean gran parte de su día, de todos los días de la semana, produciendo, elaborando, vendiendo, preparando alimentos, recogiendo materiales para combustible y acarreando agua, además de otras labores como el cuidado de los hijos, la familia y animales de traspatio. Situación y condición pasada, presente y futura que, entiende a la perfección y razón de su lucha constante de la maestra Mely Romero Celis. Mi agradecimiento eterno por darme la oportunidad de aprender.
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