Salvador Muñoz / Una vez que amainó la tormenta del pasado doce de octubre, donde Javier Duarte de Ochoa dijo y mal-dijo de Miguel Ángel Yunes Linares lo que Loret de Mola le permitió y el choleño respondió por otros medios, más caliente que garnacha de Rinconada, quedó en el ambiente una sensación muy parecida a la que protagonizaron en su momento Jorge Negrete y Pedro Infante con aquellas legendarias coplas que los inmortalizó cuando cantan: “Tú lo dices // Lo sostengo // No te vayas a cansar // No le saques // Sí le saco // ¡Pues se acabo este cantar!” ¡Exacto! la reacción que se dejó ver en las redes y medios era que tanto Javier Duarte de Ochoa como Yunes Linares eran eso… dos tipos de cuidado.
¿Sería al final ése el objetivo de esa entrevista?
Porque aclarar las dudas de los veracruzanos con respecto a los señalamientos que pesan sobre la administración de Javier Duarte de Ochoa pasó a lugares muy secundarios, para dar prioridad a su “Licencia” y a las denuncias contra el Gobernador electo. Entonces el morbo tuvo su efecto: el corrupto señalando al corrupto y se dio paso a un concurso para ver, ya no quién es más honesto, sino quién es menos corrupto.
La respuesta en redes sociales fue un “Pobre Veracruz”.
Pero quién se beneficia de todo esto… Por un lado, sacan sus trapitos al PRI; por otro, al PAN… y mientras el cuervo y el loro se arrancan el plumaje, parodiando las coplas de “Dos tipos de cuidado”, se exacerba la animadversión hacia los partidos políticos.
¡Ojo! porque si permea entre la gente esa “idea malsana” de que tanto el Gobernador con licencia como el electo son iguales (cuestionara Dresser), quizás Morena sea el ganón en esta disputa mediática que es seguro, habremos de vivir en esta “cuarentena” que vive (o sufre) Veracruz.
El discurso político es engañoso. Por un lado abogan a que sean las instancias correspondientes las que actúen ante los señalamientos y denuncias que se hacen, pero por otro, hacen de los medios tradicionales y redes sociales, un perfecto estercolero, que dicho sea de paso, a muchos les (nos) encanta sumergirnos.
Ojalá que el resto que le toca gobernar a Flavino Ríos sea de remanso político… pedirle que limpie los establos es mucho, pero sí es posible que al menos, no entre en debates estériles que lejos de ayudar, sólo generan enconos… y si otros quieren cantar coplas ¡adelante!
¡Fiebre amarilla!
Por cierto, hablando de ese remanso, empleados del Registro Civil lamentan que algunos de sus colaboradores mal entiendan el poder, porque una vez que supieron que Ríos Alvarado iba a ser Gobernador, se les subieron los humos. Se refieren a José Clemente Zorrilla Rostro, subdirector, quien en los pasillos de la Dirección del Registro Civil, grita a sus colaboradores “¡El jefe soy yo!, te quede claro”, “¡el que manda aquí soy yo, no te metas en mi área!” (cual “Porfirio Cisneros”, de Infames) sin distinción de sexo. Piden a Ríos Alvarado que al menos en esta Cuarentena en que se encuentra Veracruz, la “fiebre amarilla” no afecte a quienes se dicen “chinos”. También piden al director Fernando Sánchez, quien sabe de lo que es respeto y experiencia, tome cartas en el asunto para ubicar a Zorrilla.
Hijos de la… clase política I
Umberto Eco fue muy preciso cuando calificó a las redes sociales como “la Legión de Idiotas”, por la facilidad con la que todos podemos exponer no sólo pensamientos, sino el tamaño de éstos. Cualquiera participa pero no cualquiera sobresale y quien lo logra, por lo regular es por el tamaño de su apellido, de su cargo, de sus aciertos, o de su estupidez. El caso más reciente es el de Mónica Montano, a quien bien se le puede ubicar como hija de Alejandro Montano Guzmán o como la Jefa de Recursos Humanos del Congreso local. En su cuenta de Facebook dio a conocer uno de los grandes misterios que rodean a la administración de Enrique Peña Nieto y resuelve con una gracia el caso Ayotzinapa: ¡Los 43 eran narcos! Umberto Eco tenía razón.
Hijos de la… clase política II
Por cierto, hablando de imágenes y de hijos de la… clase política, ¿ubican a Emiliano Allende Domínguez? Ah, pues es hijo de la hoy denunciada ante la fiscalía Gina Domínguez. Hace unas semanas, este joven subía en sus redes sociales una foto muy singular: un festejo con botella en mano en uno de los antros de moda de Puebla: La Santa. El asunto no es el festejo, ni la botella, sino el costo de la champaña con la que celebraba: Dom Perignon Luminous, que en el mercado alcanza un precio de siete mil a ocho mil pesos… por supuesto, en el antro fácilmente te la clavan al doble. Bueno, tras este hecho, el joven cerró al público sus redes sociales, mas no pudo evitar que alguien, recientemente, grabara su participación (otra vez) en La Santa, allá en Puebla, porque es allí donde lo mandó su próspera madre a estudiar. Mientras, acá en Veracruz, Durán Campollo y su abogado ya solicitaron a las autoridades que le congelen las cuentas a Gina para garantizar el pago de daños por los que la demandan.
Comentarios