“El condenado cochino más puerco” lo llamó José Cárdenas, diciendo en su texto: «Duarte afirma que nadie le exigió pedir licencia; que no saldrá corriendo de Veracruz; que nada debe ni teme; que se va por amor a su estado; que no es rico ni ratero… El hecho es que se rompió el lazo que sostenía al Porky mayor colgado de la Federación, después de la suspensión de derechos recetada por la Comisión de Justicia Partidaria del PRI».
Por su parte Ricardo Raphael lo llamó “Un político tonto para curarse en salud”. En su artículo el columnista dice: «Nunca en México un ladrón había coleccionado tantos policías persiguiendo. Están tras sus huesos la Auditoría Superior de la Federación, el sistema tributario mexicano, la Procuraduría General de la República, el Partido Revolucionario Institucional y en breve las autoridades de Veracruz. (…) Pero, con franqueza, Javier Duarte no es excepcionalmente corrupto. Es un político más torpe que el promedio, pero en lo que toca a moralidad no es inferior a otros. Es sobre todo un político tonto que sirve hoy para hacer picadillo de político».