Rafael Pérez Cárdenas /
Para Sophia y Stephania,
mis niñas eternas
Aún en nuestra sociedad occidental, ser niñas es un arte difícil. No sólo deben luchar con los estereotipos y los roles concedidos en casa –lo que al final determina su condición en su entorno social-, sino que muchas veces tienen que someterse a la pobre expectativa de sus padres, generalmente muy alejada de sus propias capacidades.
Este martes celebramos el Día Internacional de la Niña, a propuesta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y cuyo propósito no es otro que el de reconocer los derechos de cada una, así como los problemas específicos que enfrentan en los países en donde habitan. La violencia siempre les acecha.
Desde pequeñas, nuestras niñas reciben en casa una carga excesiva de controles y responsabilidades; si sueñan con ser princesas, deben entender que nosotros las queremos guerreras; y por el contrario, si luchan por su independencia y autonomía, las estigmatizamos con el riesgo del éxito profesional a costa de una vida familiar “feliz y tranquila”. ¡De los permisos, mejor ni hablamos!
Por desgracia, el mundo no está hecho para las niñas. La mayoría de las culturas y sociedades tampoco. En la actualidad hay más de mil millones de niñas que ven sus sueños y potencial, en la mayoría de los casos, frustrados por la discriminación, la violencia y la falta de oportunidades. Basta echarle un ojo a las cifras que circulan este día por montones, aunque mañana nadie se acuerde de ellas.
El matrimonio infantil es uno de los obstáculos que impide el progreso de las niñas; una de cada tres niñas de países en desarrollo (a excepción de China) contrae matrimonio antes de los 18 años. Esto significa que más de 700 millones de mujeres en la actualidad se casaron siendo niñas; de estas mujeres, un aproximado de 250 millones se casó antes de cumplir los 15.
Sucede en casi todo el mundo: las niñas que se casan pierden años de educación, son más vulnerables a la violencia física y sexual y tienen hijas e hijos antes de que estén preparadas física o emocionalmente.
Pero la violencia no sólo va implícita en el matrimonio forzado. Unos 120 millones de niñas de todo el mundo, más de 1 de cada 10, han sufrido el coito forzado u otro tipo de acercamiento sexual realizado sin su consentimiento. Además, las niñas representan dos de cada tres víctimas infantiles de trata en todo el mundo.
Se estima que 246 millones de niñas y niños sufren violencia relacionada con el entorno escolar cada año y una de cada cuatro niñas afirma que nunca se ha sentido segura utilizando los baños escolares, según indica una encuesta sobre jóvenes realizada en cuatro regiones del mundo.
Siendo la educación una herramienta eficaz, en algunos países se observa como un obstáculo. Las niñas que reciben educación tienen más probabilidades de posponer el matrimonio y la procreación; las adolescentes que llegan a la educación secundaria tienen hasta seis veces menos probabilidades de contraer matrimonio infantil, en comparación con las niñas con poca o ninguna educación.
Las niñas han sido invisibles a nuestra sociedad. Por increíble que parezca, el tema para el Día Internacional de la Niña de este año es “Progreso de las niñas = Progreso de los Objetivos: Datos sobre la situación mundial de las niñas”. Resulta que en pleno siglo 21, los gobiernos y los organismos internacionales no cuentan con información confiable y el análisis de los datos que se centren en las niñas y su condición social, física y económica.
Las niñas no deben ser lindas. Deben ser felices e independientes. En esta fecha, he comprometido tres obsequios a Sophia y Stephania, mis hijas pequeñas: una educación sin prejuicios, una infancia feliz y el valor de la independencia junto con la libertad de elegir.
La del estribo…
En cosa de 52 días habrá una renovación total en los poderes del Estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Sin distingo, los nuevos funcionarios encontrarán una casa rechinando de limpia. ¡Se están llevando hasta las engrapadoras!
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