Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del PRI, quien por cierto sí tiene un gran parecido a Clavillazo, se está convirtiendo en uno de los políticos más folclóricos de México. Primero se quiere poner al tú por tú con Andrés Manuel López Obrador, como si estuviera a su nivel.
Después anda haciendo promesas de erradicar a los corruptos de su partido, sin embargo primero se tarda para dar los primeros pasos, y cuando los da son pasos fallidos, pues cuando todos esperaban que expulsara a Javier Duarte por su evidente corrupción, sólo le retiró sus derechos como militante, dándole la oportunidad que él y sus seis secuaces puedan presentar pruebas de su inocencia.
Pues para seguir haciéndolo al Clavillazo ahora sale a declarar: «También hay señalamientos pendientes con la justicia de Miguel Ángel Yunes, gobernador electo panista de Veracruz; hay que señalarlo con toda puntualidad: Acción Nacional tiene varios casos señalados de corrupción o de impunidad que tienen que aclararse».
Lo que Ochoa Reza ignora o se hace el tonto, es que quien hace los señalamientos en contra de Yunes Linares, y hasta fue como tres veces a ratificar su denuncia, es nada más y nada menos que Javier Duarte de Ochoa, el apestado al que ya quieren expulsar de su partido. Cuando lo enteren de eso se va a sentir el más tonto del pueblo y va a salir con la frase del personaje que emula: «Nunca me hagan eso».
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