De acuerdo con el diccionario de la RAE, un estadista es una «persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado». Otra fuente señala que «este calificativo engloba o comprende asimismo a las personas que están por encima de las divisiones partidarias y de los sectores, en inquieta y creativa búsqueda del bien común y asumiendo plenamente sus propias responsabilidades». Un estadista no necesariamente es un jefe de estado, pues una persona que posee los conocimientos, las habilidades y los contactos suficientes como para controlar los asuntos de Estado también puede ser considerada un estadista.
Verdaderos estadistas han sido pocos, a la mayoría se lo reconocen sus méritos sin cuestionarlos: Nelson Mandela, Winston Churchill, Margaret Thatcher, Henry Kissinger, Barack Obama, Charles de Gaulle, entre otros son considerados indiscutiblemente estadistas.
Pues aunque usted no lo crea, la Asociación de Política Exterior de Nueva York le otorga a peña Nieto el “Premio al Estadista”.
Enrique Peña Nieto, con sus fallidas políticas públicas, con sus reformas que no han dado los resultados esperados, con la corrupción de su Casa Blanca y los dispendios de su esposa, hijas e hijastra, con el entreguismo a Donald Trump y con un peso devaluado, pues se requieren 20 de ellos para comprar un dólar, difícilmente puede ser llamado estadista. Antes bien, de existir un antónimo, ese sería el calificativo para Peña Nieto, y de no existir un antónimo para estadista, el neologismo “peñanietismo” podría ser usado como tal.
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