Xalapa secuestrada

Los líderes antorchistas Minerva Saucedo Baca y Samuel Aguirre Ochoa llegaron a un acuerdo con el gobernador Javier Duarte y levantaron bloqueos carreteros en Veracruz FOTO: AMBROSIO PABLO
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Armando Ortiz / Durante los gobiernos de Fidel Herrera y de Javier Duarte los presuntos grupos de lucha social se fortalecieron. Su utilidad era más que clara, ser instrumento de presión, de golpeo, de chantaje y a veces de extorsión. Fidel Herrera los supo utilizar muy bien. Los dotó de presupuesto y les brindó la libertad de manifestarse donde les diera la gana sin importar las molestias que estos causaran.

Fue así que cada funcionario que estaba en la pelea por un puesto de elección popular o que intentaba subir un escalón en el gabinete creo su propio grupo de manifestantes. Así los de Carvallo golpeaban a Mota, los de Érick golpeaban a Carvallo, los del gobernador golpeaban a la oposición y así se repartían los días de la semana para manifestarse y crear el caos, todo con el propósito de fastidiarse entre ellos, pero a quienes terminaban fastidiando era a los habitantes de la capital veracruzana.

Algunos de estos grupos hasta se convirtieron en partidos políticos, en otros casos los líderes se convirtieron en diputados; ahí está Minerva Salcedo Vaca (Sí ya sabemos que es con “B”, pero le va más la “V”) lideresa de los antorchistas, ahí está Marco Antonio del Ángel, retoño de César del Ángel, líder de los 400 pueblos.

Con el tiempo algunos funcionarios de la subsecretaría de Gobierno se dieron cuenta del gran negocio que significaban las manifestaciones. Se enteraron que había una partida para “expresiones sociales” y que de ahí se podía tomar para dar dinero a los que lideraban las manifestaciones. ¡Magnífico negocio! Sólo bastaba juntar a unas diez personas para que pusieran de cabeza la ciudad, cerrando el paso de la calle Enríquez, protestando por cualquier cosa que se les ocurriera, hasta por el calentamiento global, y con ello se podía acceder a esta partida del presupuesto. Esos funcionarios le daban 20 centavos a cada manifestante y ellos se quedaban con el resto. ¿Y los ciudadanos? Esos que se chinguen.

Si usted revisa las fotos de los manifestantes encontrara en las diferentes manifestaciones rostros que se repiten, algunas veces de esos que se hacen pasar por periodistas que andan de pedigüeños en las oficinas del centro de la ciudad, en los cafés y hasta en los parques. Se les ha visto dialogar con los funcionarios de la subsecretaría de Gobierno, quienes les dan la orden de retirarse o de seguir cerrando el paso.

Durante la mayor parte del día miércoles de esta semana el grupo de Antorcha Campesina tuvo secuestrada a la ciudad. Exigían a Sefiplan unos recursos federales que supuestamente no se les habían entregado. Cerraron el boulevard Xalapa-Banderilla, creando un caos inmenso. Por otro lado en el centro de la ciudad el grupo de los 400 pueblos en su tercer día seguían custodiando para el gobierno la Plaza Lerdo; les pagaron para que no fueran otros a ocupar ese lugar antes del Grito.

Por la tarde del miércoles, después del secuestro el gobernador se tomó la foto con los extorsionadores a quienes les prometió el pago del rescate de la ciudad. La promesa fue pagar 190 millones de pesos y con ello se logró el rescate.

El gobierno de Fidel y Duarte los hizo, el gobierno de Fidel y Duarte los mantuvo, el gobierno de Fidel y Duarte los utilizó, el gobierno de Fidel y Duarte los engordó, justo es que también se vayan con el gobierno de Fidel y Duarte al rancho de López Obrador, es decir, a la chingada.

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