Maryjose Gamboa / Muy difícil comprender y más difícil aceptar, que alguien reclame como un derecho propio el poder aniquilar un derecho ajeno. Porque de eso se trató la marcha “pro familia” del día de ayer. No exigieron que se acabe con la inseguridad, con la miseria, con la injusticia, con las desapariciones de miles de jóvenes, con la violencia, con la ignorancia, o con la falta de oportunidades que ha destrozado a millones de familias en México. Lo que ellos, los guardianes de la moral pública exigen, es que el estado les otorgue el derecho de decidir sobre la vida de quienes piensan y sienten diferente.
Representantes del clero acompañados por miles de sus feligreses, marcharon en ONCE estados de la república… Escudados en falsos argumentos y en una religión cuyo principio fundamental es el amor al prójimo, gritaron consignas inhumanas, crueles, infames, no propias de hombres y mujeres que enarbolan la bandera de la piedad, la caridad, la moralidad, y la justicia por encima de todo.
La propuesta del Presidente Enrique Peña Nieto SOLO habla de legalizar las uniones entre personas del mismo sexo. De otorgarles los mismos derechos que tenemos los heterosexuales, por ejemplo la seguridad social compartida, de nada más… No se menciona la adopción, no se menciona que esta figura legal sustituya a la que actualmente se reconoce (la unión entre un hombre y una mujer), no promueve la homosexualidad, vaya en una frase, NO ANULA ningún derecho de nadie, solo busca extender este mismo derecho a todas y todos los mexicanos.
Sin embargo, como es muy probable que si a usted le preguntan que si le afecta que una pareja gay pueda casarse responda que no, los orquestadores de esta guerra emprendida en contra de aquellas y aquellos que no se ajustan a sus estándares de “moralidad”, manipularon la información haciéndole creer a la gente que de buena fe los sigue, que lo que estos “depravados” pretenden es que los miembros de la comunidad lésbico-gay adopten niños por montones para robarles su inocencia, y que esa “plaga”, como calificó el Arzobispo Hipólito Reyes a las madres solteras, sean reconocidas como mujeres de bien, aun con el pésimo ejemplo que le dan a sus hijos al demostrarles que los pueden sacar adelante “sin un padre”.
Según el Frente Nacional por la Familia, el estado y la sociedad SOLO deben reconocer como FAMILIAS a aquellas conformadas por PADRE, MADRE e HIJOS. Es decir, que deberán considerarse como “inmorales” el resto de las familias que se han ido conformando con los años y que según el último informe del INEGI, son mayoría en nuestro país. ¿Qué sugieren entonces que el estado haga con esas “otras familias”? Primero que no tengan derecho a definirse como tal, pero ¿Y después? ¿Que se destierren a ciudades especiales a las que tal vez podrían llamar Sodoma y Gomorra?
¿Qué hacemos señores de la santa inquisición con el 61% de las familias en México? Estas que no cumplen con los requisitos que ustedes, los guardianes de la moral pública, establecen como “no tradicionales” y exigen se limiten sus derechos… Las que se ubican en estas categorías: Familias de parejas sin hijos. Familias conformadas solo por adultos mayores. Familias reconstruidas por padres divorciados o separados con hijos de uniones anteriores. Familias de padres del mismo sexo. Familias unipersonales, es decir aquellas que viven solas. Familias uniparentales, las encabezadas por madres solteras (8.2 MILLONES EN MÉXICO). Y familias extensas, aquellas en las que varias generaciones cohabitan en el mismo hogar. ¿Qué hacemos? Ustedes indiquen ya que son ustedes quienes reclaman el derecho a decidir por todas ellas.
¿Por qué no empiezan mejor por reconocer la REALIDAD de las familias tradicionales que dicen defender?… En México, señores guardianes de la moral pública, 7 de cada 10 mujeres han sufrido o siguen sufriendo, algún tipo de violencia por parte de sus esposos. En Veracruz, tercer lugar a nivel nacional de mujeres con VIH/SIDA (cifras del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH) el 80% fue contagiada por sus propios maridos. Y el 39% de las mujeres casadas, según un estudio realizado por la UNAM, reconocen que sus esposos les han sido infieles en más de una ocasión, el 27% que las engañaron solo una vez, el 32% se negó a responder, y sólo el 2% aseguró que nunca las habían traicionado y que por lo tanto consideraban tener una familia feliz.
Ante esta realidad, es necesario replantear la pregunta a los guardianes de la moral pública… ¿Cuándo dicen defender el concepto de familia tradicional, exactamente qué es lo que están defendiendo? ¿El matrimonio entre un hombre y una mujer? Ajá ¿Porque esto garantiza qué? ¿La felicidad, la moralidad, el respeto, el amor, la fidelidad, y la preservación de las buenas costumbres? ¿Cuál es el porcentaje de hijos de familias tradicionales considerados ciudadanos ejemplares y cuál el de los hijos de las “otras familias” que no lo son a causa de esto?
Cuidado con el mensaje que se está enviando. La discriminación, los prejuicios, la intolerancia, la exclusión, y la imposición de las ideas de unos sobre el resto por más irracionales que sean, ha sido el origen de los mayores conflictos en el mundo. Pensemos bien si eso es lo que queremos, construir una sociedad, sobre las ruinas de otra.
EL CONSEJO NACIONAL PARA PREVENIR LA DISCRIMINACIÓN, con fundamento en el artículo 20, fracción XXXIV de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, y su Asamblea Consultiva, por ser un tema relacionado con la no discriminación y por considerarlo de interés público, emiten el siguiente pronunciamiento:
“El estado mexicano reconoce a la familia como realidad social, incluyendo todas las formas y manifestaciones que de ella existen en la sociedad y el derecho de todas las personas al matrimonio sin discriminación alguna. El reconocimiento a los diversos tipos de familias que ha hecho el máximo tribunal en México, encuentra su fundamento en el principio de que todas las personas somos libres e iguales en derechos y dignidad. Libres para determinar a quién amar y con quien compartir la vida. E iguales en dignidad para tener el derecho a formar una familia y que sea protegida por el Estado, tal como lo mandatan los artículos 1° y 4 constitucionales y 1°y 17 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Fomentar la discriminación hacia las personas por su condición u orientación sexual y de género, así como pretender excluir a las familias que no reproducen el modelo nuclear tradicional, a través de expresiones y discursos que pueden incitar al odio y a la violencia, como ha ocurrido en los últimos meses, vulnera los derechos humanos de todas las personas”.
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