Es decir, teniendo tantos problemas que deberían resolver dentro de la propia iglesia y en beneficio de sus feligreses, a la jerarquía católica lo mejor que se le ocurre es marchar en contra de los matrimonios igualitarios; es decir, buscar eliminar un derecho a las personas del mismo sexo que requieren la seguridad jurídica del matrimonio.
Pero eso sí, la pederastia entre los sacerdotes, eso puede esperar; el maltrato a las mujeres, los divorcios, la delincuencia, la falta de vocación en sus seminaristas, todo eso puede esperar. ¿Y qué hay de los católicos que marchan y le siguen el juego a su jerarquía? Esos son como los fariseos que describió Jesús en los Evangelios: «Limpian el exterior de la copa, pero por dentro están llenos de inmundicia».