Juguemos a plagiar (A manera de anécdotas)

Plagiar
- en Opinión

Francisco Berlín Valenzuela* / Muchas personas piensan que el plagio de obras escritas o artísticas es una actividad muy socorrida en México y que no ha sido suficientemente limitada  en las leyes de la materia.

El que esto escribe ha sido motivo de plagio en muchas ocasiones. En algunas de ellas -para decirlo graciosamente- el plagiado ignora que el  plagiador lo ha plagiado, porque el que plagia por encargo oculta el origen de lo plagiado.

A mi memoria vienen 4 ocasiones –que yo sepa- en las cuales el plagiador ocultó su acción hasta que se conoció su indebido proceder. En el primer caso el objeto del plagio sufrido consistió en adjudicarse como propios, por parte del plagiador,  capítulos de mi tesis de licenciatura   intitulada: “Ensayo Sociológico-Jurídico sobre los Partidos Políticos de México”. En esta ocasión el alumno plagiador me insistió en el año de 1988 para que aceptara revisar el original de su trabajo, debido a que tenía urgencia de presentar el examen respectivo y el Seminario de Teoría del Estado había sugerido que yo fuera el revisor. Al leer cuidadosamente su tesis pude percatarme que dos de sus capítulos me eran familiares, consultándolos y comparándolos de inmediato con la mía escrita en el año de 1965, la cual había llamado la atención por ser la primera vez que en la Facultad de Derecho de la UNAM se hacía un trabajo de tesis sobre el tema de los partidos políticos.

Al confrontar al alumno me percaté de inmediato que no tenía ni la menor idea de los capítulos plagiados y que ignoraba que había tenido la mala suerte de buscar como su asesor de tesis al autor de la tesis plagiada. La conclusión obtenida de esta experiencia fue que había pagado una cantidad de dinero para que gente sin escrúpulos dedicada a esa actividad  le hiciera su trabajo.

El segundo caso, se presentó cuando un conocido abogado me pidió una audiencia para hacerme saber que su interés por los asuntos electorales, lo había llevado a encargarle a algunos amigos y colaboradores, elaborar un libro sobre el tema, pues estaba consciente de que había muy poca bibliografía en México. Cuando le entregaron la obra se percató que era una copia íntegra del “Derecho Electoral: Instrumento Normativo de la Democracia”, escrito por mí en el año de 1980 y que había presentado como trabajo de investigación para obtener el grado de Doctor en Derecho. Sabedor de esta situación me hizo entrega de la obra plagiada para que procediera yo a destruirla.

En la tercera ocasión el plagiador se encargó de plagiar ideas y conceptos contenidos en una de mis obras, por encargo de su jefe que las requería para incluirlas en un discurso que iba a pronunciar semanas más tarde en un evento de carácter electoral. Tuve la buena suerte de haber recibido una invitación especial para asistir a este acto y el ponente tuvo la mala suerte de que yo fuera invitado y escuchara mis ideas plagiadas. Días después hice saber al sustentante que había sido engañado por los asesores a quienes encargó que le escribieran algunas notas para su intervención. Al investigar el distinguido sustentante esta penosa situación, con gran dignidad  me ofreció una disculpa por lo sucedido y me hizo saber que el plagio era más grande de lo que él pensaba pues los párrafos insertados en su discurso, no habían sido sacados de mi libro, pues fueron  copiaron de una revista publicada en una importante entidad federativa en la que un abogado

–conocido mío- había publicado un artículo plagiando textualmente varios párrafos escritos por mí muchos años antes. Así que la experiencia obtenida es que el plagiador resultó plagiado por otro plagiador, en un escenario de plagios continuos y desconocidos.

En la cuarto plagio se vieron involucrados asesores de funcionarios de la Secretaría de Gobernación con motivo de la Reforma Política del año de 1990, cuando plagiando una propuesta hecha en la página 165 de mi  libro Derecho Electoral, recomendaron que se creará la credencial permanente de elector con fotografía para aumentar la credibilidad en los procesos electorales en México. Ahí escribí  en el año de 1980, que “El elector registrado en el censo, recibe un documento público denominado Tessera en Italia, Poll Card en Inglaterra, Cédula Electoral en España, Carta Electoral entre los franceses y en México Credencial Permanente  de Elector. Dada que una de las funciones de este documento es servir para la identificación  física de los miembros del cuerpo electoral, el legislador en ocasiones no se muestra tan exigente y permite que se pueda ejercer el derecho al voto en algunos casos sin la presentación del mismo, si aparece inscrito en el censo y demuestra por otros medios su identidad. Se comprende por lo anterior –agregaba- la importancia que el censo encierra para acreditar el derecho al voto, hacer la delimitación territorial y servir de auxilio a los participantes en la lucha electoral, por lo que creemos que deben de aprovecharse todos los medios técnicos modernos, para hacer más eficiente la inscripción en los registros y más útiles las cédulas o credenciales electorales, para lo cual mucho ayuda el servirse de las computadoras y el sistema “Polaroid” de identificación”.

Finalmente, agregaba yo un razonamiento de gran importancia para la credibilidad de las elecciones en México, al decir: “Es indudable que la vida política de un país se enriquece mucho si existe un buen padrón electoral , por lo que los organismos encargados de su elaboración (Secretaria de Gobernación entre ellos), deben motivar a la ciudadanía  a obtener su registro, para lo cual recomendamos que se declare oficialmente como documento único de identidad para todo tipo de trámites personales a la Credencial Permanente de Elector perfeccionada….

A mí en lo personal me dió mucho gusto que mis propuestas e ideas encontrarán eco para ser útiles a mis semejantes, pero al menos se pudo haber citado la fuente, como es propio de la vida académica.

Como se aprecia este juego de plagiar tiene muchos adeptos en México, por lo que lo mismo participan ciudadanos como autoridades. Sigamos pues practicándolo mientras no se tome en serio su prohibición.

 

Analista político. Autor de Libros sobre Derecho Electoral y Parlamentario. Catedrático universitario. Receptor de la Medalla al Mérito Jurídico otorgada por el H. Ayuntamiento de Xalapa el 12 de Julio de 2016.

 

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