Zaira Rosas / Hay mensajes que son más claros que el agua, uno de ellos es la desvinculación del Presidente de México con el Gobernador de Veracruz. Aunque Javier Duarte siempre se ha empeñado en señalar a Enrique Peña como su gran amigo, lo cierto es que en estos momentos lo que este último necesita es la amistad del gobernador con peor imagen en el país.
Después del reportaje del periódico “The guardian”, aunado a los sucesos del día a día en nuestra nación, la imagen de nuestro mandatario se vio afectada, quizás por ello ha buscado no empeorar las cosas y ha puesto sumo cuidado en sus declaraciones, respuestas en entrevistas e incluso en sus relaciones con otros políticos mexicanos.
En días pasados Joaquín López Dóriga entrevistó al Presidente y al cuestionarle sobre Javier Duarte fue muy enfático al responder que “cada gobernante es responsable de sus actos y tiene que rendir cuentas claras sobre la responsabilidad que asumió en cualquier tarea que le sea encomendada” además de resaltar que no solapará ni permitirá actos de corrupción. Con estas declaraciones queda claro de manera mediática que quien ha obrado ilícitamente deberá pagar por ello, falta ver que así sea y que las investigaciones en curso dejen respuestas claras sobre el desvío de recursos y la corrupción.
Si bien es difícil creerle a un gobierno tan lastimado, he de señalar que la estrategia actual de Enrique Peña Nieto es deslindarse por completo de la amistad y cercanía que el Gobernador Veracruzano se empeña en presumir, lo cual en el ambiente político es un mensaje claro. Y aunque Javier Duarte publicara una imagen en Twitter diciendo “Un gusto saludar al Presidente…” no faltó quien grabó la versión real en la que se ve al Presidente cumpliendo con un saludo educado pero rezagando al Gobernador en comparación al resto de los presentes, a quienes abrazaba al dialogar. Además, en imágenes de un evento anterior en Veracruz el Gobernador fue cortado de todas las fotografías oficiales. ¿Dónde quedó entonces la amistad?
Al final el Gobernador se ha quedado solo, sin el apoyo del máximo dirigente del país, sin el apoyo de su partido o del estado. Los Veracruzanos le critican, le exigen cuentas y se deslindan de él, tal como Javier Duarte ha hecho con los problemas de la entidad, así como no fueron su problema los periodistas asesinados, los jóvenes desaparecidos, ni la inseguridad en múltiples comunidades. Ya no hay veracruzanos que crean o confíen en su palabra, al contrario, el resultado de las últimas elecciones demuestra que la entidad pide a gritos un cambio. Ahora queda todo en manos del próximo representante estatal, que demuestre que no todos los políticos se quedan en las campañas, porque realmente necesitamos a alguien que se atreva a dar y hacer más.
Veracruz tiene mucho talento, recursos y potencial. Hay jóvenes que procuramos fomentar un cambio, personas que se preocupan por crear para crecer, sólo hace falta que detrás de las sillas del poder también existan funcionarios honestos y preocupados por impulsar el desarrollo de nuestra entidad, que trabajen para un bien común y dejen de lado el pasado oscuro de otros que solo gobernaron para el enriquecimiento personal.
Los ciudadanos podemos no saber muchas cosas, pero hasta el más ciego aprende a vislumbrar la realidad. Tarde o temprano el hambre, la falta de educación, seguridad y salud pesa más que las falsas promesas o las despensas durante campañas. Cada vez son más las voces que surgen para dar eco a las que intentan callar, son más los ojos que vigilan y los que deseamos un futuro mejor para todos. Los que añoramos ser un estado en paz, desarrollado y lleno de éxitos, no estamos solos. Unamos los esfuerzos para que un nuevo Veracruz sea posible.
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