El desprestigio de la Iglesia Católica se da gracias a sus líderes; gracias a gente como Norberto Rivera, como Onésimo Zepeda, como Rafael Muñiz, el llamado Lobo Siberiano a quien Suazo Reyes defiende a capa y espada. Ese desprestigio le ha restado muchos feligreses y con los feligreses se han ido las ganancias también.
La crisis que vive la Iglesia alcanza a la vocación, pues ya son pocos los jóvenes que desean ser sacerdotes de esta iglesia. La Iglesia Católica actual sólo se sostiene por la ignorancia de muchos de sus seguidores, así como los vínculos que ha fortalecido con la política. Su doctrina se ha convertido en letra muerta.
De modo que nos debemos preguntar, ¿qué gana la iglesia con la ley Sí a la vida? ¿Más feligreses? ¿Más ganancia económica? No. La Iglesia con esta ley que criminaliza a las mujeres que deciden abortar sólo gana una satisfacción onanista, a la que muchos sacerdotes se han acostumbrado.
Ya lo hemos dicho, la Iglesia con este tipo de arremetidas sólo da fe de su propia derrota ante la sociedad. Si en verdad sus enseñanzas llegaran al corazón de sus feligreses, no habría necesidad de leyes como la Sí a la vida; pero el caso que la Iglesia sólo es un címbalo estruendoso.
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