La noche se le vino al candidato republicano Donald Trump. Las últimas encuestas confirman un drástico descenso en su, hasta hace unas semanas, exitosa campaña. Todo era una fiesta para el magnate inmobiliario: su discurso xenofóbico estaba dando buenos resultados. Tenía a muchos simpatizantes, incluyendo a algunos mexicanoamericanos que se sumaron a su campaña. Algunos personajes como Michael Moore señalaban que la victoria del millonario neoyorquino era más una realidad que una idea disparatada.
Pero comenzó la debacle. Antes de la bufonesca convención republicana, el loco Donald despide a su gerente de campaña Corey Lewandowski, quien fue el cerebro del proyecto Trump. Las diferencias con la hija del candidato y su esposo hicieron imposible la continuidad de Lewandowski. Después vino los escándalos de Melania, primero plagiando un discurso de la primera dama, Michelle Obama, después los desnudos en las fotos.
Ahora, tras los malos resultados de las nuevas encuestas, anuncia nuevos cambios en su equipo de campaña y la incorporación de dos nuevos operadores políticos. A esto se suma una petición de 120 funcionarios del Partido Republicano, dirigida al comité nacional de este partido, donde se pide cortar los fondos para la campaña de su candidato, al mismo tiempo que le retiran su apoyo.
Ahora sí, tan cerca y a la vez tan lejos; bien decía el Perro Bermúdez: «La tuvo, era suya y la dejó ir». Si no sucede otra cosa, después de esta fallida campaña, a Trump le esperan unas largas vacaciones.
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