Lo que los veracruzanos vivimos con Fidel Herrera y Javier Duarte ha sido una verdadera pesadilla de terror. Octavio Paz escribió en su Laberinto de la Soledad que «la historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla».
La realidad del gobierno fallido y corrupto del duartismo fue una horrible pesadilla. En Veracruz no hay inversión privada, no hay empleos, no hay seguridad para los hijos; las escuelas fueron trasquiladas por tipos nefastos, vestidos con piel de oveja que resultaron lobos rapaces.
Los deantes, los ginos, las reinis, los dos sujetos que ocuparon la Oficialía Mayor de la SEV, los parientes del Ejecutivo, el capataz del Congreso local, todos ellos formaron parte de una pesadilla llamada fidelidad y duartismo.
Pero como dice Paz, «la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla», y es cierto, los veracruzanos debemos recobrar la voluntad para hacer de la realidad de nuestro estado una obra hermosa y durable para las futuras generaciones.