En el estado de Veracruz, un grupo de avezados maestros no presentaron el examen de evaluación y eso a pesar de la coacción y amenaza por parte de las autoridades oficiales. Hoy el tiempo les da la razón. Otros lo hicieron en condiciones indignas e inhumanas, tuvieron que comer un sándwich y un plátano rápidamente; antes fueron conducidos en patrullas como si fueran delincuentes; algunos fueron golpeados, vejados y humillados.
Por eso hoy, a casi cuatro años de aplicar la supuesta Reforma Educativa, no resulta gratuito que durante la sesión plenaria del foro para la construcción del proyecto de educación democrática, un grupo de académicos e investigadores solicitaran la suspensión inmediata de todo el sistema de evaluación del desempeño docente, así como de sus consecuencias laborales y legales, tras considerar que se debe «eliminar el carácter punitivo, jerárquico y atentatorio de los derechos laborales» con que se aplica.
Y es que la evaluación docente, columna vertebral de la Reforma Educativa, sólo dividió; los que pasaron el examen con honores, ahora se sienten hechos a mano y casi casi se la rencarnación de Piaget; mientras los que no sacaron calificación idónea, aún no se reponen de la depresión.
Por eso, los investigadores y asesores de la CNTE señalaron que, lejos de alcanzar la calidad de la educación como planteó la administración federal, se generó una «enorme incertidumbre laboral y política en el magisterio, así como un muy desfavorable entorno educativo para la niñez y la juventud».
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