Al parecer hay quienes no entienden que ya no vivimos en los tiempos en que, con una despensa, un paraguas y una camiseta, se compraba el voto de la gente. Dicen que Reynaldo escobar regaló hasta refrigeradores y ya ven el frentazo que se dio en las elecciones federales. Los ciudadanos cada día buscan una verdadera opción; políticos que realmente los representen, no como la bola de sátrapas del Congreso saliente que sólo se inclinó ante un gobernador desnudo.
Lo decimos porque Anilú Íngram sigue creyendo que a los perros los amarran con longaniza y no se la comen. Por ahí ha dejado conocer sus aspiraciones, que de gobernadora, como alguna vez lo deseó “la güerita que se ayuda”, ha bajado sus expectativas y ahora quiere ser senadora.
Pero la herida que nos dejara la “docena trágica”, encabezada por sus dos exjefes, Fidel Herrera y Javier Duarte, no va a sanar en mucho tiempo, por lo que cada vez que ella asome la cabeza para pedir el voto veremos a Fidel y también a Duarte. Ya no bastará con ser bonita para seguir, en este camino Anilú requerirá inteligencia, congruencia y compromiso, y esto último es de lo que más carece.
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