Armando Ortiz / Yo no estoy a favor del aborto. En casa se estudiaba la Biblia y me enseñaron que se debe respetar la vida; que abortar es un crimen a los ojos de Dios. Si un familiar o una amiga que estuviera encinta me preguntara si debe abortar o no, yo le aconsejaría que no lo hiciera. Daría ese consejo porque así sería fiel a mis principios. Sin embargo, si esa persona decide abortar yo no se lo puedo impedir, porque cada quien es responsable de sus actos a los ojos de Dios. Tampoco voy a ir a buscar un policía para que la arreste, ni la llevaría a juicio porque no conozco el contexto de su circunstancia, y si acaso lo conociera, deberé entender sus razones y al mismo tiempo respetarlas.
La tarde de este jueves se dio un duro golpe en contra del estado laico. El Congreso del estado, siguiendo indicaciones de la propia iglesia criminalizó a las mujeres que decidan abortar. Con 34 votos a favor y sólo 9 en contra, se dio paso a la llamada iniciativa que protege la vida desde el momento de la concepción. En otros estados de la República el paso ha sido hacia el lado contrario, hacia la despenalización del aborto. Pero en Veracruz, está visto que vamos en retroceso.
Independientemente de la carga moral que le quieran aplicar al aborto, lo más grave del caso es que el Congreso está actuando como una entidad que se asesora de un grupo religioso. Apenas hace cuatro días, apareció una nota publicada en el portal Libertad bajo Palabra en donde el arzobispo Hipólito Reyes Larios reprochaba al gobernador Javier Duarte que no hubiera penalizado el aborto.
Sobre la penalización del aborto Reyes Larios decía: “Esta vez la propuso el gobernador, se hizo la marcha y nos pidió que esperáramos hasta después de las elecciones, ya estamos después de las elecciones, ya está por terminar esta legislatura y les quiero pedir a los legisladores y al señor gobernador que nos cumpla. Ellos prometieron y ojalá voten esta ley. Se trata de la defensa de algo tan valioso que tenemos, que es la vida. Interesa esto porque ya está por terminar el periodo de ésta legislatura y no vemos que haya un interés por ratificar esto que se votó favorable, pido su oración para que se vote a favor”.
Queda claro el compromiso de Javier Duarte con la iglesia; se los prometió. Hasta les propuso que hicieran una marcha; ¡válgame dios! ¿A cambio de qué? El interés del gobernador no era con la ley ni con los veracruzanos; su compromiso era con un grupo religioso.
Eso es lo verdaderamente grave, que Javier Duarte haya cedido a los caprichos de la iglesia y que comprometa con ello a una ya de por si desprestigiada Legislatura, que tampoco pensó en el bienestar de los ciudadanos, ni en su voluntad, sino sólo en cumplir el compromiso de una iglesia tan desprestigiada como ellos.
Porque la iglesia católica habla de penalizar el aborto, mientras encubre a los curas pederastas. Porque la iglesia católica repudia a los homosexuales, pero en la famosa “suite gay” del Vaticano, hasta casas y coches regalaban a los prostitutos que saciaban los bajos instintos de la curia romana. Porque la iglesia católica habla de la desigualdad entre pobres y ricos, pero su líder mundial les llamó la atención en México por dejar que los políticos los traten como “príncipes”.
La iglesia católica, no los feligreses, es una de las instituciones más hipócritas que haya existido. Lo confirma la historia, lo confirman los miles de judíos que murieron por la Santa Inquisición; lo confirman los miles de curas que acusan a los niños de provocarlos para que los abusen. Quizá por ello quieren que los niños nazcan a como dé lugar, para tener más candidatos a monaguillos.
La iglesia cree que obtuvo una victoria, pero ésta también es su derrota.
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