Ahora resulta que de todo el presupuesto que la Auditoría Superior de la Federación ha detectado como mal utilizado, o como saqueado, ni un solo centavo fue a dar a las cuentas de Javier Duarte. Y como nadie le cree, tuvo que salir, muy digno, a dar la cara para mostrarnos su desnudez; su pobreza.
La pregunta que surge ahora es ¿a dónde fue a parar todo ese dinero? ¿Dinero que ahora se necesita para pagar a tanto acreedor? Ahora resulta que los secuaces de Duarte tienen helicópteros o aviones tipo Lear jet, mansiones, ranchos y empresas, pero el líder de la banda no tiene más que su cuenta de nómina Banorte. Y ahora Duarte sale a cantarnos como el Juan Gabriel de la política: «Si así tú me quieres te puedo querer. Pero si no puedes ni modo que hacer».
Habría que hacer lo que se hizo con el exgobernador Jorge Cerdán, a quien en agradecimiento por su gestión como gobernador, los veracruzanos le regalaron una casa. A Duarte habría que regalarle un patio de vecindad, para que con las rentitas tenga con qué mantenerse.