Aurelio Contreras Moreno / La violencia azota sin freno alguno a Veracruz, donde la semana pasada se registró el asesinato número 19 de un periodista en lo que va del fatídico sexenio de Javier Duarte de Ochoa.
El homicidio de Pedro Tamayo en Tierra Blanca volvió a poner de manifiesto la vulnerabilidad en la que se encuentran los reporteros veracruzanos y la absoluta ineficacia de los mecanismos de supuesta protección de periodistas, tanto estatales como federales, que no sirven más que para justificar presupuestos y hacer demagogia.
A este nuevo hecho de sangre las autoridades veracruzanas respondieron de manera ambivalente. Por un lado y como nunca antes en el sexenio, se admitió seguir la línea del trabajo periodístico de Pedro Tamayo como probable causa del asesinato. Pero por otro, y como ha sido su costumbre, difundieron rumores para criminalizar a la víctima y vincularla con la delincuencia organizada. La misma porquería de siempre.
Lo que es un hecho incontrovertible es que nuevamente la policía estatal estuvo involucrada, ya que según varios testimonios, elementos de esta corporación obstruyeron la llegada de auxilio para el reportero luego de que éste fuera baleado, lo que aceleró el desenlace trágico. Policía que supuestamente lo “cuidaba” luego de sufrir un “levantón” en el mes de enero de este mismo año.
La ejecución de Pedro Tamayo se da una semana antes de que se cumpla un año de la masacre de la colonia Narvarte en la Ciudad de México, en la que fueron asesinados el reportero gráfico Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera Pérez -quienes huyeron de Veracruz por las amenazas y hostigamiento del gobierno estatal-, caso cuya investigación está plagada de irregularidades y que, como la gran mayoría de los demás homicidios de periodistas de Veracruz, permanece en la impunidad.
La madre de Nadia Vera, la poeta chiapaneca Mirtha Luz Pérez Robledo, escribió un texto para reclamar la violenta pérdida de su hija y de Rubén, donde señaló varias de las inconsistencias de la investigación que el propio jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ha manifestado que sigue abierta y con la posibilidad de extender las indagatorias sobre el gobierno de Javier Duarte.
“A un año de la masacre, no se tiene un móvil claro; no hay autoridad alguna que quiera hacer una investigación seria, justa, sin intereses políticos ni personales, sin dinero de por medio; una investigación clara, diligente, exhaustiva, eficaz y científica. No se ha castigado a los verdaderos culpables de las filtraciones del expediente. No se ha investigado quiénes se apropiaron de las pertenencias de las víctimas. No se le ha permitido declarar a los amigos, familiares y vecinos que han querido aportar información. No se ha buscado el arma con que se cometió el crimen.
“No se mantuvo la cadena de custodia, no se protegió debidamente el lugar, los objetos y ninguna autoridad impidió que se modificara la escena del crimen. No se dio importancia al hecho de que fueron asesinadas cinco personas, no se acataron los protocolos y las autoridades dieron trato VIP a los ¿interrogados? del estado de Veracruz. No ha sido contemplada la actividad de Nadia Vera como activista y de Rubén Espinosa como periodista, en la ciudad de Xalapa, como un hecho que los colocó en una situación de vulnerabilidad.
“No se ha investigado al Gobierno de Veracruz, (cuyos policías estatales vestidos de civil detuvieron, golpearon y robaron a Nadia Vera; la subieron a una camioneta y la amenazaron por sus actividades políticas; entraron a su casa y husmearon; y con todo ello la obligaron a emigrar al DF). No se ha brindado a los familiares el apoyo de atención psicológica y jurídica.
“No son capaces de entender que no hay dinero que repare el daño causado a nuestra familia, no hay dinero que pueda devolvernos a nuestra Nadia, a nuestro Rubén; no hay dinero que pueda curar la hondísima herida de nuestro corazón. No han hecho su trabajo quienes así se ostentan como autoridades, no han hecho su trabajo ya sea por incapacidad o por negligencia, por intereses mezquinos o políticos.
“Y aunque se hubiese hecho bien lo que no se supo hacer, ni con su encarcelamiento ni con sus vidas de los autores intelectuales y materiales del crimen, más allá de diez generaciones, podrían pagar ni restituir la generosa e invaluable presencia de nuestra Nadia, de nuestro Rubén, únicos e irrepetibles”, escribió Mirtha Luz Pérez Robledo.
Y no se ha hecho nada en ningún caso por una sola razón: la brutal impunidad que campea en Veracruz, en México. Por eso es que nos matan. Porque pueden.
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