Si usted tiene oportunidad de conocer las escuelas rurales de Veracruz, no se sorprenda si encuentra escenas que le desgarren el corazón. Ahí no existe pobreza, predomina la miseria. Encontrará a los niños correr a toda prisa por una cancha de tierra prensada.
Observará niños con cuerpos delgados y estómagos boludos, llenos de lombrices y parásitos, con uniformes dos tallas más grandes, descalzos y algunos con zapatos de plástico, igualmente grandes, los mirará sentaditos en tablones con tabiques como base, otros en cubetas boca abajo, el maestro hará milagros con pedazos de gises sobre un pedazo de pizarrón gastado.
Las escuelas del Veracruz rural sufren las consecuencias de la rapiña de hombres sin escrúpulos que les arrebataron la esperanza de tener mejores escuelas con piso y baños dignos. A finales del sexenio duartista, la Secretaría de Educación de Veracruz no tiene los fondos económicos para suplir las necesidades de las escuelas de la sierra de Zongolica, Tatahuicapan, Soledad Atzompa, Mixtla de Altamirano, etc.
Por eso es necesario que el Gobierno Federal haga valer la ley y castigue a tipos como Édgar Spinoso, Vicente Benítez, Adolfo Mota y un a cúmulo de rufianes que todavía están pegados a la nómina como verdaderas sanguijuelas. El magisterio veracruzano y sus niños se merecen escuelas dignas.
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