La muerte de Pedro Tamayo, periodista del sur del estado y quien diera seguimiento a la muerte de cinco jóvenes entregados por la policía estatal a una banda del crimen organizado, pone énfasis en el gran desamparo en que se encuentra el periodismo en Veracruz.
El énfasis está en que a pesar de que había sido amenazado constantemente, a pesar de que quiso ponerse a salvo en Oaxaca, a pesar de tener una supuesta custodia por parte de las mismas autoridades estatales, a pesar de tener a la Comisión Estatal de Atención y Protección para Periodistas, a pesar de todo ello Pedro fue asesinado enfrente de su propio domicilio.
Todo ello significa que las instancias estatales no son garantes de la seguridad de un periodista amenazado. La muerte de Pedro Tamayo es también consecuencia de la impunidad que impera en estos casos. Impunidad fomentada por una Fiscalía que no busca a los verdaderos culpables, o que sólo utiliza “chivos expiatorios” para salir del paso.
Los delincuentes, o los funcionarios delincuentes, saben que pueden matar a un periodista sin que ello les signifique ninguna sanción. En ese sentido, Javier Duarte es responsable de la muerte de 19 periodistas asesinados en Veracruz durante su sexenio.
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