Lo señalamos y puntualizamos hasta el cansancio. Sin la participación de los maestros, la Reforma Educativa estaba condenada al fracaso. La atomización y aislamiento de decisiones cupulares, el seguir las directrices de organizaciones empresariales como Mexicanos Primero y de organismos internacionales como la OCDE, ha dado como resultado que actores políticos y religiosos declaren que el artilugio llamado Reforma Educativa requiera cirugía mayor.
Su imposición a como diera lugar, generó un conflicto social de proporciones mayúsculas en todo el país. Ha quedado evidenciado que tiene más fuerza un Tehuacán destapado que las declaraciones del secretario de educación, Aurelio Nuño Mayer.
Mientras el barco llamado Reforma Educativa «está haciendo agua», como declarara la Arquidiócesis de México, Aurelio Nuño Mayer y el secretario general del SNTE juegan a darse respiración de boca a boca mutuamente para mantenerse con vida en el ámbito educativo. En las mesas de diálogo estos dos personajes han sido olímpicamente ignorados, carecen de credibilidad y calidad moral.
Es cierto que el país requiere una Reforma Educativa, pero ésta primero tiene que hacer una consulta nacional. Involucrar a maestros, padres de familia, investigadores, intelectuales, académicos, disidentes y, algo más, poner al frente a un secretario que conozca el sentir del magisterio nacional, alguien que trabaje sin simulaciones. Sólo de esa manera se podrá avanzar en el ámbito educativo.
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