Salvador Muñoz / No sé cómo fue que llegamos a esa tienda la primera vez y con la frescura del mundo, tomamos el paquete. Bueno, quizás ahí no había problema… ¿quién no agarra un paquete de pañales para adulto?, digo, debe ser de lo más normal en una persona de 47 años; digo, debe ser de lo más cotidiano que pueda ver un vendedor en una farmacia. Incluso, hasta recordé aquella ocasión cuando niño, una de mis primas me mandó a comprar toallas femeninas. Llegué a la farmacia de San José, las pedí, las pagué y el tendero me preguntó si las envolvía en papel ¿como si fueran un regalo?, ¡claro que no! y salí con paquete, corriendo y aventando lo más alto posible el paquete de toallas femeninas mientras la gente observaba con curiosidad mi malabarismo… ¡jamás dejé que tocara el suelo! ¡Vamos! Estaba seguro que tenía pasmado a esas señoras y señoritas que abrían los ojos y ahogaban un “oh” con la mano en la boca y esas risitas de señores eran de puritita envidia… hasta que mi prima me preguntó por qué no las habían envuelto en papel estrasa y comprendí que algo había hecho mal.
II
Cada vez que terminaba de comer, salía corriendo al baño… mi madre me decía que parecía pato. No entendía su comparativo. Sólo tuve un pato del que no recuerdo su nombre pero sí el llanto que arrojé sobre el plato de mole cuando mi madre me dijo que ahí estaba mi pato.
Años más tarde, mi madre me seguía diciendo que parecía pato pero ya sabía el porqué aunque sólo de leídas: el pato camina ¡y caga! Dice el poeta: “su propia naturaleza lo destina a eso… el ser humano nace y caga / La propia madre le limpia y hasta los 3 años el olor no deja respirar a los hermanos… y quien lo parió lo sigue limpiando”. Nunca he visto a un pato caminar y que cague… me sentiría algo coprofílico tratando de comprobar la naturaleza del pato.
III
Amanecer y encontrarse con la noticia de que una vez más, parece que la cagan nuestros políticos, nuestros funcionarios, me hace extrañar a mi pato, y no precisamente al de plumaje amarillo que vi crecer hasta alcanzar ese abrigo blanco que combinaba a la perfección con sus patas y pico naranjas… sino al que pusieron en mi platillo con mole. ¿Javier Duarte compró una acción para ser socio de un Club Deportivo? ¿Le da su salario para ello? Creo que sí, para eso y más, sin embargo, hoy, cualquier paso que dé Javier Duarte de Ochoa es tan similar al paso que dé un pato… ¡la va a cagar! y es curioso, porque hoy, el Gobernador también me recuerda al dicho de mi madre: “parece pato”, porque realmente ya no es necesario que haga o no deje de hacer, el juicio social, severo, lo condena, lo hace culpable, de lo que sea.
IV
Llegamos a la caja con nuestro paquete de pañales para adultos. Sé que a mis 47 años debe parecer extraño, digo, para que sea escudriñado por la mirada del cajero de esa manera… no me importa. Tampoco me importa que no haya bolsas o papel que oculte ese paquete de pañales para adulto aunque en el carro del super destaquen por su tamaño… no falta el vecino que nos encontremos y obligue en la charla a detener nuestro trajinar rumbo al estacionamiento. Su mano la descansa en el paquete de pañales para adulto y no deja de ser un mensaje corporal de que le digamos algo sobre ese paquete de pañales para adultos… pero sin ningún resultado.
Sí, no me resigno; incluso, cuando el doctor lo recomendó, me resistía hasta que fui convencido por la Mujer ante los funestos resultados de no usarlos…
No obstante, ver los últimos papelones de Javier Duarte de Ochoa, de nuestros legisladores locales, de ese ex candidato a la Gubernatura, de ese diputado electo que invierte en Costa Rica y gastó más de lo que la Ley le permitía, hacen que me rebele y me pregunte: ¿No son ellos quienes deberían de estar usando pañal porque es evidente que a cada rato la cagan, y no mi perrhijo Harry, que por su incontinencia, sólo la mea?
Así de injusta a veces es la vida… nuestra política apesta a mierda de nuestros funcionarios; en mi casa hay cierto olor a miados de mi perrhijo, mientras veo a la Mujer poniendo en el lugar de Harry, un pañal blanco de adulto que ha de servirle como cama.
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