Armando Ortiz / En el cuento “El corazón delator” de Edgar Allan Poe, un hombre mata a un anciano y lo oculta entre las duelas del piso de su casa. Hace alarde ante los policías de lo bien que le salió su crimen perfecto. Satisfechos los policías, y al no haber encontrado indicios del crimen, deciden retirarse. Pero el hombre, que se regodea en su inteligencia y en lo bien que ha ocultado el cuerpo del anciano, les pide que se queden a reposar un poco: “En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima”.
Sin embargo, en su locura, el hombre empieza a sufrir ciertos malestares y poco a poco su conducta empieza a despertar sospechas en los policías. Finalmente el hombre empieza a escuchar el corazón del anciano latiendo con vitalidad. El hombre no soporta esos latidos y en su desesperación descubre el cadáver del anciano: “¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí… ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!”.
El periódico El Financiero en su versión impresa da a conocer que Javier Duarte posee una residencia en el exclusivo fraccionamiento The Woodlands Creekside Park. En una revista que circula entre los socios se muestra como se da la bienvenida a los nuevos residentes y en ella aparece el nombre de Javier Duarte y su esposa Karime Macías de Duarte.
La respuesta de Javier Duarte provoca indignación: «He sido reiterativo y lo vuelvo a ser, ni mi esposa ni yo tenemos propiedad alguna en el extranjero, no tengo ni he tenido prestanombres… En 12 años de servidor público ésta es mi única inversión; anexo copia de la transferencia de mi cuenta de nómina».
Javier Duarte vuelve a mentir y para burlarse de los veracruzanos presenta su cuenta de nómina Banorte, como si fuera un simple empleado del gobierno del estado. Hace alarde de una pobreza que todos sabemos no tiene. Pues desde que fue secretario de Finanzas en el gobierno de Fidel Herrera ha ido acumulando riquezas de manera inexplicable. Ya siendo gobernador se ha hecho de muchas más riquezas. Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador electo de Veracruz ha documentado esas propiedades con los apellidos de sus prestanombres. La fortuna de Javier está calculada en 3 mil 500 millones de pesos. Sin embargo con todo el cinismo del mundo hace alarde de su pobreza, diciendo que sólo tiene su cuenta de nómina Banorte.
Javier Duarte está tan enloquecido como el personaje del cuento de Poe. Javier Duarte cree que cometió el crimen perfecto y que ha ocultado muy bien las huellas de sus delitos. Javier Duarte cree que no lo van a descubrir, cree que todo lo dejó bien “planchado”. Es por ello que lo suyo más que cinismo es locura, pues todavía se da el lujo de alardear y negar lo que es evidente.
Sin embargo, es posible que la locura de Javier Duarte empeore, y como el personaje del cuento de Poe, en medio de su cinismo y de sus alardes, terminará confesando su crimen. En estos momentos debe estar susurrando a sus allegados: “¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco?”. Más que una cárcel deberían prepararle un manicomio.
De momento indigna que mientras Duarte ya piensa en su retiro en Houston, Texas, los veracruzanos tenemos que lidiar con un incendio que nos dejó este Nerón moderno. Eso es tener muy poca madre.
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