Armando Ortiz / “En la plenitud del pinche poder”, como dijeran los clásicos, los funcionarios duartistas se movían ostentosos por los restaurantes de moda, invitando a aquellos que quisieran compartir una copa de Vega Sicilia o una botella de whisky de 30 mil pesos. Se movían en caravanas, en camionetas blindadas, propiedad del gobierno del estado, o alquiladas a Harry “el sucio” Grappa que hizo de este sexenio, su sexenio.
Acudían a eventos magnos invitados por el gobernador Javier Duarte que entonces prometía abatir el hambre a un 50% y construir escuelas, hospitales y fábricas de lo que sea. El dinero les sobraba y no sólo lo gastaron a manos llenas sino que lo consideraron su patrimonio y lo guardaron en las cuentas de sus familiares, de sus prestanombres a quienes también pusieron muchas propiedades a resguardo. Era tanta su avidez que a los funcionarios duartistas no les importó que sus subalternos también se hincharan de dinero, quizá hasta más que ellos.
Eran tiempos de las vacas gordas, los días de jauja en donde se amarraban los perros con longaniza y no se la comían. Contrajeron deudas con contratistas y proveedores con promesas de pago a corto plazo, que después fueron a mediano plazo, y luego a largo plazo, terminando en infinito plazo, porque nunca les pagaron los servicios, ni los insumos que les entregaron.
Es por ello que los acreedores están encima de ellos. Es por ello que la Auditoría Superior de la Federación los tiene ya demandados ante la PGR por los manejos turbios del presupuesto.
Debe dinero Seguridad Pública y no tiene para pagar, porque Bermúdez Zurita no va a poner de su bolsa, ni de las cuotas que dicen sus policías, les exige; debe la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública, pero Tomás Ruíz argumentará que esa deuda no se contrajo con él y por ello manda a los constructores por un túnel, que es como un desagüe gigantesco; debe la Secretaría de Salud, y a pesar de ello los hospitales se caen y no hay medicinas, ni agua destilada para poner una inyección, pero Toño Nemi ya no se encuentra en Salud, lo único que le quedan son demandas, muchas demandas; debe la Coordinación de Comunicación Social a los medios que se prestaron a la alabanza de un rey desnudo y después a tirar lodo al gobernador electo, a esos menos se les va a pagar; debe la Secretaría de Educación, pero ni modo que los maestros vayan a Costa Rica a invadir los terrenos que por allá tiene Vicente Benítez, aparte, la encargada de los dineros de la SEV ya dijo que ella no va a pagar.
Todos deben, y por ello algunos funcionarios ya hasta han ido a declarar ante la PGR y seguirá el desfile de funcionarios. Mientras tanto, algunos los duartistas se refugian en el silencio, silencio cómplice, silencio cobarde, silencio temeroso de estos “inocentes” que se la pasan vestidos de chanclas y playera, como describiera Héctor Yunes a Javier Duarte, maquinando como salir de este embrollo. Mientras tanto nadie dice “esta boca es mía”.
Pero no hay más salida que entregar cuentas claras, y el que no las entregue no tendrá de otra que ser sancionado por ley. Mientras tanto que cierren los ojos a ver si las acusaciones desaparecen; que intenten tapar el sol con un dedo, como trató de hacerlo Vicente Benítez, quien dijo que todo lo que posee se lo ha ganado con el sudor de su frente.
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