Callejas Arroyo habla de chantaje, habla de amenazas a los diputados; Callejas Arroyo habla de amenazas y de intimidaciones, cuando él sabe que esas fueron siempre sus armas para calmar a sus adversarios. El Congreso local, gracias a Callejas Arroyo, no pudo ser un equilibrio en el poder. El Ejecutivo siempre mandó en el Legislativo. El mismo Callejas Arroyo lo reconoció al decir que el cumple las instrucciones de Javier Duarte, por ello consiguió una plurinominal para su hijo, por ello estuvo a punto de conseguir una plurinominal para su pupila.
Cómplice de Javier Duarte, Juan Nicolás Callejas Arroyo responde a la definición exacta que de él hiciera Yunes Linares: «Rémora del sistema político». Sin argumentos y con poca imaginación, comparó al gobernador electo como a un Hitler, a un Victoriano Huerta. Pero Callejas no sabe distinguir entre los personajes de la historia universal de la infamia. Él estuvo al servicio de un Nerón, de un Calígula; Callejas mismo pudo ser el Incitatus de Duarte, ese caballo al que la leyenda dice, Calígula convirtió en senador.
Que no hable de dictadores el cacique romántico, él no podría distinguir a uno, aunque lo tuviera de gobernador.
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