En una verdadera debacle, en momentos en que la popularidad del primer priista de país está por los suelos, aparece la figura del casi desconocido Enrique Ochoa Reza. Este funcionario de la CFE llegará a dirigir al PRI en un momento álgido, de verdadera crisis después de las derrotas del pasado 5 de junio.
Es seguro que el presidente recibió y analizó varias propuestas, algunos medios mencionaban a José Calzada, Jorge Carlos Ramírez Marín, Enrique Martínez y Martínez, Miguel Ángel Osorio Chong y hasta a la misma prima del presidente, Carolina Monroy. Sin embargo, el Ejecutivo federal, no quiere sorpresas.
Peña Nieto le está apostando a un hombre que pueda conducir el proceso a través de un operador confiable, capaz de negociar para el presidente y no para él y sobre todo con el margen de seguridad que le otorgue una amplia capacidad de maniobra a la hora de decidir quién será el candidato presidencial de su partido y la manera en que habrá de conducirse la campaña.
En otras palabras, quiere poner un hombre moldeable, y desde luego que cuide los intereses del oscuro Grupo Atlacomulco. Por lo pronto se espera la cargada de la clase priista de un momento a otro.
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