Ahora podemos agradecer a esos productos que desde hace décadas ponían en sus etiquetas la leyenda de «este producto no daña la capa de ozono». Esta advertencia empezó a ser popular a finales de los 80 y principio de los noventas, después que se implementara el Protocolo de Montreal en 1987, que prohibía usar químicos dañinos para la capa de ozono en refrigeradores, aerosoles, desodorantes y productos de limpieza.
Se estima que para el 2050 esté completamente cubierta en su totalidad este agujero que por mucho tiempo preocupó a los ambientalistas, pues los químicos que la afectaron perduran por un periodo largo, pero afortunadamente poco a poco se van disipando satisfactoriamente.
Ahora sabemos que puede haber marcha atrás a los daños que las generaciones anteriores a la nuestra nos legaron, que podemos contribuir a un entorno más saludable para los habitantes de este planeta, sólo hace falta la contribución de todos nosotros, aportando ese granito de arena que parecía insignificante.