La alternancia y la educación pública en Veracruz

Maestro frente a grupo
- en Opinión

Sabino Cruz V. / Pasado los comicios del 5 de junio y habiendo recibido los candidatos sus constancias que los acredita como gobernador/diputad@ electo, la cuenta regresiva empieza a correr para el cumplimiento de las propuestas de campaña, así como los compromisos contraídos con los grupos/organizaciones, los sectores, y la sociedad civil.

Compromisos que van desde hacer que Veracruz recobre la paz, tranquilidad, seguridad, empleos, riqueza alimentaria, producción de productos primarios/secundarios/terciarios, cobertura sanitaria y alfabetización universal, polo de atracción turística, desarrollo científico y tecnológico, referente artístico nacional e internacional, respeto a las garantías individuales; pero principalmente, el saneamiento de las finanzas públicas.

Uno de los grandes pendientes que debe atender/resolver el primer mandatario de la alternancia, es el de la educación pública en Veracruz y la armonización/ejecución de las reformas a los artículos 3° y 73 constitucional. Acciones que no solo garanticen que los educandos reciban educación de calidad en el Nivel Básico/Medio Superior y se cuente con docentes “idóneos”, sino que se recobre nuevamente la rectoría del Sistema Educativo.

La descentralización de los servicios educativos suscrito en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica en 1992 por el gobierno federal, los gobiernos de cada una de las entidades federativas y el SNTE, además de recibir los estados los establecimientos escolares con todos los elementos de carácter técnico y administrativo, derechos y obligaciones, bienes muebles e inmuebles, así como los recursos financieros utilizados en su operación, debían reconocer al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación como el titular de las relaciones laborales colectivas de los trabajadores de base que prestan sus servicios en los establecimientos y unidades administrativas que se incorporan al sistema educativo estatal.

El empoderamiento que con esta iniciativa alcanzaron los sindicatos nacionales (SNTE-CNTE), empezó por el control casi total de la asignación de plazas, horas, puestos directivos, secretarias de despacho, e incluso designación para cargos de elección popular.

Con un esquema casi parecido a la sección 22 de Oaxaca -con la salvedad de ser siempre institucional- desde 1996 el “Equipo Político” de Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación-Secc. 32, coordinado por el profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo, tiene injerencia directa en el ingreso/promoción/permanencia de profesor@s, en el incrementos de horas, en los nombramientos de delegados de la SEV, inspectores, jefes de enseñanza, directores/subdirectores de centros educativos e incluso en la designación de mandos medios en la Secretaría de Educación de Veracruz. También cuenta entre sus logros sindicales, el asignar candidatos para un puesto de elección popular o cargo directivo en la administración el gobierno y los municipio.

El hombre/mujer que ocupe el cargo de secretario de educación, debe depurar la dependencia de los recomendados del “Equipo Político”, regresar a los comisionados a los centros de trabajo que fueron adscritos, vigilar que las plazas vacantes por jubilación sean sometidas a concurso, invitar a retiro a jefes de enseñanza con más de setenta años de edad, garantizar que los evaluados que obtuvieron “Nivel Bueno” incrementes horas, exigir para el ingreso al sistema título de licenciatura.

El cambio de siglas y colores del nuevo gobierno, es propicio para arrancar de raíz el contubernio entre gobernante y líderes sindicales, el fin del corporativismo en aras de beneficio de unos cuantos; la especulación de plazas; pero principalmente, la gran oportunidad de garantizar que miles de niños, adolescentes y jóvenes reciban servicios educativos de calidad de parte de profesionales de la educación.

Mientras sigan el frente de centros educativos, de secundarias principalmente, individuos impuestos/sostenidos por la sección 32 y/o 56, ignorantes en materia legislativa, sin liderazgo, carente de principios y valores, que negocian el ingreso de sus familiares a cambio de convertir su escuela en refugio de comisionados, que reciben porcentaje por la venta de uniformes o por presentación de las bandas musicales, la calidad de la educación en Veracruz, nunca se alcanzará.

COMENTARIO BREVE

La Banda Sinfónica del Gobierno del Estado, una institución con 130 años de fundada, vive el peor momento de su historia con la llegada, desde el mes de agosto de 2015 de Ricardo Calleja y Arroyo, coordinador de valores cívicos y culturales de Gobierno del Estado.

En breve conversación con el clarinetista Alberto Israel Aguilar Ruisandoval y con el trombonista Rafael Méndez Garrido -con quince años y treinta y tres años en la orquesta, respectivamente- expresan que en la Banda se vive un estado de terror y hostigamiento; que desde su llegada, el coordinador se ha dado a la tarea de violar sus derechos laborales y humanos; que niega permiso a una ejecutante en periodo de lactancia, poniendo en riesgo la vida del recién nacido; y que, en contubernio con la CP Guadalupe Marisela Cruz Feria, jefa del departamento de recursos humanos del Gobierno del Estado, despide injustamente al maestro Jesús Armendáriz Ramírez, fabricando acumulación de faltas injustificadas.

Aunado a esto, el director de la Banda, capitán de fragata César Amora Aguilar, muestra poco compromiso e interés por el legado que grades músicos construyeron, como el maestro Mateo Oliva Oliva; interrumpió las audiciones que se realizaban en los diferentes foros y escenarios de la ciudad de Xalapa, y no gestiona presentaciones en otros municipios. Además de no tener un programa definido para los festejos de aniversario en los meses de noviembre y diciembre.

La imposición del hermano de líder moral del “Equipo Político”, desluce el prestigio de una de las más importantes instituciones musicales del país; al mismo tiempo que pone en riesgo la salud física de los músicos al ordenar que ensayen en el foso de la sala grande del teatro del estado. Espacio que no cuenta con iluminación apropiada, y concentra los altos niveles de decibeles.

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