Harry el Culto fue el culpable de que se cerrará esta oficina por los enormes adeudos que tenía con prestadores de servicios, a quienes se les debe cerca de 100 millones de pesos, tan hábil es que convenció a Javidú; pero dejó varios cabos sueltos: primero, no liquidar a los empleados; segundo, prometer a los hoteleros realizar caravanas turísticas y viajes de prensa nacional para promocionar al estado y tampoco lo ha cumplido, y tercero, jamás convocó a la junta con los siete representantes de las zonas para deslindar responsabilidades y acordar las liquidaciones de los empleados.
Es tan audaz y perverso que, a seis meses del supuesto cierre de la OVC, la parte administrativa, Daniel Jiménez y Maribel Chan, aún siguen yendo a la oficina. La situación es que, algo que para Grappa era tan sencillo, no lo ha podido resolver y cada vez lo ensucia más. Ya se han hecho llegar varias quejas a Miguel Ángel Yunes Linares, recién gobernador electo, para que eche una mirada ahí, porque se encontrará con muchas anomalías y desfalcos en los que se han visto beneficiado Harry Grappa y sus empresas.