Arturo Reyes Isidoro / En uno de sus tratados que nos legó Plutarco, historiador y ensayista griego, Cómo sacar provecho de los enemigos, al que alguna vez me he referido en esta columna, afirmaba que era posible encontrar un país sin animales salvajes (se contaba que Creta era uno de ellos), pero que un Estado que no produjera envidia, celo o rivalidad, “pasiones que son las más capaces de engendrar la enemistad, hasta ahora no ha existido”.
Recomendaba entonces que al hombre de Estado le convenía “observar las otras cosas en torno a los enemigos, y oír a Jenofonte cuando dice, no de pasada, que es propio de un hombre inteligente sacar provecho, incluso, de los enemigos”.
Recurría entonces a un dicho de Diógenes, filósofo y político: “¿Cómo me pondré vengar de mi enemigo?”. “Siendo tú mismo bueno y honrado”. Agregaba enseguida a Píndaro: “Los hombres vencidos están atados con un silencio de muerte”, y acotaba: “… pero no sencillamente todos, sino cuantos se ven a ellos mismos vencidos por sus enemigos en solicitud, honradez, magnanimidad, humanidad y favores. Estas cosas ‘retuercen la lengua’, dice Demóstenes, ‘cierran la boca, ahogan y hacen callar’: Tú, por tanto, distínguete de los malos, ya que te es posible”.
Hoy, 13 de junio de 2016, amanecemos en Veracruz con dos gobernadores, el constitucional y el Electo, en una circunstancia que ningún veracruzano desconoce y luego de un proceso sucesorio ejemplar, en el que el órgano electoral estuvo a la altura del momento histórico y el gran protagonista, junto con Miguel Ángel Yunes Linares, fue el pueblo.
El 9 de marzo pasado, el entonces precandidato, en una reunión con el Consejo Editorial del diario Imagen, dio una pista de la ruta que seguiría para ganar la gubernatura: dijo que aprovecharía el voto de enojo, “aunque lo ideal sería el sufragio de convicción”. Las dos cosas se le dieron. Fue a votar a su favor un electorado que estaba molesto hasta el hartazgo por el estado de cosas que llevó a Veracruz a su peor crisis, y que se convenció que aplicaría la ley para castigar a los responsables.
Pero tuvo otra cosa a su favor, que le ayudó mucho: a diferencia de sus contrincantes y de sus enemigos que lo sometieron a una campaña de desprestigio personal, negra, de lodo, él evitó responder y se dedicó a presentar propuestas, muchas y muy atractivas. Decir que iba a llevar a la cárcel a los responsables del desastre no era un ataque, era la respuesta a un electorado que exige justicia, pero además lo dijo siempre de frente, no con la cobardía de quienes desde las sombras lo denostaron hasta que quisieron sin escatimar en recurso alguno.
El Gobernador Electo es un político profesional y es inteligente. Lo conozco desde joven, como conocí también desde nuestra juventud a Fidel Herrera Beltrán, igualmente profesional e inteligente, aunque equivocó el rumbo. Por eso, por sus primeras acciones, veo que ha empezado a marcar distancia de sus enemigos jurados, a sacar provecho de ellos, estableciendo la diferencia, haciendo, por ejemplo, lo que el gobernador saliente no hizo y no hace como disponerse a visitar, uno a uno, los 212 municipios (Javier Duarte como candidato y como gobernador no visitó ni siquiera algunos cercanos a Xalapa, del distrito de Perote), o mantener cercanía con la gente llevando apoyos a un hospital público del puerto de Veracruz, o visitar a los más pobres entre los pobres yendo a iniciar la reconstrucción de una escuela en Zongolica.
Y mantiene su discurso de no agresión personal contra sus adversarios y enemigos ahora derrotados, aunque sí reitera que aplicará la ley contra quien la haya infringido en perjuicio de los veracruzanos, por lo que, creo, el que nada debe nada debe temer, así que no entiendo por qué tanto nerviosismo de algunos.
En medio de la algarabía ayer en la Plaza Lerdo/Regina Martínez de Xalapa, el Gobernador Electo no sólo proclamó junto con miles de sus simpatizantes que ¡Sí se pudo!, sino que no pudo ocultar su júbilo, que estaba feliz de la vida. No hacía falta que lo dijera, su felicidad la trasudaba.
El miércoles pasado 8 de junio, dos días después de la elección y animado por un discurso conciliador que había expresado el gobernador Javier Duarte de Ochoa, escribí en “Prosa aprisa”:
“Puede que sea sólo mi impresión personal pero espero que en realidad hayamos entrado en un periodo en la vida pública de Veracruz, por fin, de sosiego político, que tanto necesita el estado y los veracruzanos.
Me pareció oportuno y propicio el mensaje el lunes del virtual nuevo gobernador Miguel Ángel Yunes Linares cuando dijo que las elecciones generan movilidad social, diferencias de opinión y muchas veces encono, lo que consideró propio de la democracia.
Y entonces expresó lo que considero lo más relevante de su mensaje de ese día: que esto, el encono, no puede prolongarse para siempre”.
Pero apunté también lo que había dicho al día siguiente, el martes, el gobernador Duarte: “Ahora es tiempo de la reconciliación y de la unidad”, así como su convocatoria “a todas las veracruzanas y veracruzanos, independientemente de su filiación política, a mantener la unidad y el trabajo en los meses por venir”, reconociendo que la alternancia es uno de los valores que integra la democracia y que “a partir de ella habremos de seguir demostrando nuestra solidez institucional y nuestra convicción de que ésta llegó para quedarse”.
Lamentablemente, al día siguiente se desdijo y volvió a la confrontación y ordenó que se tratara de echar abajo el resultado de la elección. Esperamos que, ahora sí, a partir de este lunes, Veracruz vuelva al sosiego político que tanto nos hace falta. Sólo ellos no aceptan que perdieron. El pueblo casi en su totalidad está seguro que sí.
En su primer discurso como Gobernador Electo, Yunes Linares ofreció cambiar a fondo el modelo de gobierno, un cambio del sistema político “donde el gobierno no intervenga, no compita, no desvíe recursos para apoyar a ningún partido; por un gobierno que no sea parte en las elecciones”.
Interesante también su compromiso de respetar el derecho de los ciudadanos y especialmente el de los periodistas a difundir sus ideas, comentar, criticar, manifestarse “solo atenidos a la Ley y a su conciencia”, así como que gobernará cerca del pueblo veracruzano, ofreciendo que a partir del primero de diciembre desaparecerán las vallas, habrá apertura y diálogo, y “este palacio (de Gobierno) estará abierto a todos los veracruzanos”.
Y la reiteración de su ofrecimiento estelar: “Quienes han tenido en sus manos el gobierno y desviaron a sus bolsillos los recursos de los veracruzanos tienen que pagar las consecuencias. Aplicaré severamente la ley. Que no quede duda. Quienes se enriquecieron con los recursos del pueblo veracruzano irán a la cárcel y devolverán lo robado”.
El OPLE, a la altura
El mismo día de la elección, 5 de junio, el entonces candidato Miguel Ángel Yunes Linares, al ir a votar, declaró que “nadie” confiaba en el OPLE. Tenía razón de su sospecha por la experiencia que se tenía con el organismo.
Hoy tiene que hacérsele justicia, en especial a su presidente, José Alejandro Bonilla Bonilla. Tiene uno que ponerse de pie ante él y quitarse el sombrero. Estuvo a la altura del momento histórico. Le dio una bocanada de oxígeno a la democracia. Recuperó la confianza perdida.
Encabeza acto Duarte
En el salón Carranza del Palacio de Gobierno, el gobernador Javier Duarte de Ochoa encabezará este lunes a las doce del día el acto de Promulgación de la Reforma para Retirar el Fuero Constitucional al Ejecutivo del Estado.
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