Édgar Hernández* / El sábado 28 de mayo a eso de las 10 de la mañana Héctor Yunes Landa confió a este reportero que una llamada a su celular un par de horas antes “a eso de las 8 y 10” el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, le adelantaba una ventaja de dos puntos sobre Miguel Angel Yunes Linares, así como el insospechado crecimiento de Morena.
“¡Apresura y cierra fuerte para que la amarres!”, le dijo.
Héctor Yunes a su vez le comentó que una noche antes, el viernes 27 se había reunido por espacio de tres horas con el obispo de Orizaba, Francisco Eduardo Cervantes, a quien finalmente convenció, lo cual congratuló a Osorio Chong quien todavía le alcanzó comentar que “cuatro semanas atrás no apostaba por ti, pero que las cosas están cambiando”.
Ya en la víspera electoral la casona de Bucareli deslizó al diario Reforma la admonición del propio titular de Gobernación al gobernador Javier Duarte, a quien de manera categórica advirtió cesar todo apoyo a Morena ya que “si gana Miguel Angel vas a la cárcel, pero si gana Morena nosotros te metemos…”.
Ya rumbo al cierre de las campañas era un verdadero escándalo el vuelco de Morena y su inminente, aunque apretada, victoria, así como la insistencia socarrona del durtismo de apoyar en lo oscurito, lo cual encendió los focos rojos del priismo federal y el aparato mismo por lo que hubo que tomar una decisión.
En la base a lo apretado de los números entre los primos se tomó la decisión de encontrar la coincidencia de ambos en marco de respeto entre Miguel Angel y Héctor Yunes para evitar el intento de la anulación electoral; no dejar pasar bajo ninguna circunstancia a la fórmula Duarte-Morena y transitar a la advertencia de que debería sacar las manos del proceso.
Todavía por la mañana del mismo cinco de junio a pie de urna el propio Fidel Herrera avizoraba de manera por demás tramposa el arribo de la alternancia. Pretendía “orientar” a la clase política de que era un hecho de que “ningún Yunes llegaría”.
El día de la elección para el hectorismo, que tanto había invertido en la compra de encuestas, en la operación electoral y en compromisos inconfesables con la Fidelidad, pasó lo que estaba previsto: todo mundo sacaría las manos.
Los operadores se llevaron el dinero, los vigilantes de casilla –previamente maiceados- no se presentaron dejando al garete todo; los call center nunca operaron; los responsables distritales entregaron datos falsos a la casa de campaña de Héctor y los alcaldes se escondieron en sus casas.
Mientras Miguel Angel Yunes, quien cierra fuerte, invierte los dos puntos en contra dejando en claro a las seis de la tarde de ese cinco de junio que iba arriba cinco puntos.
Así, cuando Alejandro Bonilla, del OPLE tiene que informar al INE la consigna que recibió fue: imparcialidad.
El mandato fue respetar la copiosa votación y si el voto de castigo se aplicó el contra del PRI, había que hacerlo manifiesto por la vía del resultado electoral.
Acaso por ello con el ánimo desgarrado por no haber podido cumplirle a su “compadrito” Héctor Yunes, Alejandro Bonilla salió con voz apagada, pasadas las once de la noche del pasado, a confirmar la precaria ventaja de tres puntitos de Miguel Angel sobre Héctor y cinco por encima de Cuitláhuac.
Mientras la fiesta en la casa de campaña de Héctor se suspendía y en una primera reacción y también en una segunda, el priista señala a Duarte como el factor de más peso en su derrota.
Ya para las siguientes horas la tendencia marcaría una diferencia irreversible para Miguel Angel con un “arreglito” en contra de Cuitláhuac a quien le compusieron las cifras hacia abajo, según denuncia el propio moreno.
Lo que siguió fue silencio total.
Este martes 7 de junio Javier Duarte en compañía de su gabinete, en velorio total, sale a declarar que es tiempo de la reconciliación y que la alternancia llegó para quedarse.
¿La reconciliación?
Reconciliar ¿Es perdonar?.. ¿Es pedir perdón? ¿Es acaso ponerse a disposición de las autoridades federales y estatales? ¿Es acaso un llamado angustioso a Miguel Angel Yunes Linares para un “¡Ahí muere, amigo!”?
Señalados diarios oficiales ya mismo publican en sus primeras planas la misma cantaleta de reconciliación “¡Hagámoslo por Veracruz!.. y los equiperos que estuvieron con Héctor ¡a morir! hoy “revelan” que solo recibieron órdenes de no apoyarlo.
Y en todos los casos se ponen vergonzosamente de rodillas ante el nuevo becerro de oro Miguel Angel Yunes Linares.
Todo balance post mortem de nada sirve.
Tampoco esconderse en el rey ha muerto ¡Viva el Rey!., como la mayoría lo están haciendo sin atrever a reconocer un apoyo que hoy buscan esconder.
Este escribano tras una serie de desencuentros con Héctor Yunes Landa encontró un importante punto de simpatía y ánimo políticos al ir tras un proyecto de ocho años por la vía de una alternancia Héctor-Pepe Yunes.
Sigo pensando que hubiera sido lo mejor para Veracruz, aunque el hubiera no existe al llevarse la gubernatura el opositor de derecha-izquierda.
Ni tan santo, ni tan demonio Miguel Angel Yunes Linares a quien hoy se le llena de loas, cuando está comprobado que viene de la misma raiz priista.
Así pues, vaya mi más amplio respeto y reconocimiento a quien pierde y lo admite con hombría, a Héctor Yunes Landa quien jugó, aspiró, soñó y perdió.
Un gran abrazo, estimado Héctor.
Qué pena te hayas rodeado, salvo un par de honrosas excepciones, de una pandilla de gánsteres y que pena te haya tocado la suerte de ser el recipiendario de quizás el peor gobierno que ha tenido Veracruz.
Para los opinadores y pretensos moderadores de opinión -como quien esto pergeña todos los días- no se entregará al aplauso fácil en favor de Miguel Angel Yunes Linares.
Este amigo muy seguramente será el gobernador de Veracruz los siguientes dos años y quienes apostamos para otro lado no nos equivocamos. Es la política la que mueve voluntades. Es la circunstancia la que elige a los hombres.
A Miguel por el bien de Veracruz que le vaya bien.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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