Armando Ortiz / Está trascendiendo a nivel internacional el caso de las empresas fantasma en Veracruz. El día de hoy el noticiero Univisión inició una nota sobre el caso con la frase: “Una vez más el gobierno de Veracruz encabezado por Javier Duarte, está involucrado en un presunto caso de corrupción”. Es decir, en la Unión Americana ya es conocida la vocación fraudulenta de Javier Duarte y sus secuaces.
El día miércoles salió a la luz la tercera parte del reportaje del portal informativo Animal Político donde se muestra a los dueños de las empresas y sus socios. En este reportaje se dan nombres y apellidos de los que aparecen en los contratos millonarios; se entrevista a los supuestos dueños en sus humildes domicilios; ellos explican la manera como fueron a sacarles las firmas; pues a pesar de toda esa evidencia el gobierno de Veracruz, vía el Contralor del estado, Ricardo García Guzmán, insiste en que todas las empresas son legales pues cumplieron con los requisitos que solicita el gobierno a sus proveedores. Pero las pruebas están ahí, untadas en el rostro de los funcionarios encubridores y a pesar de la contundencia ellos siguen en su papel, negando que el gobierno de Veracruz contrate empresas fantasmas.
¿Qué tipo de garantía de impunidad tiene el gobernador Javier Duarte como para negar con tanto cinismo algo tan evidente? ¿En dónde radica la seguridad de que la sangre no llegará al río y por lo mismo el seguirá firme hasta el último día de su sexenio?
Ante semejantes cuestionamientos algunos aducen que el presidente Peña Nieto, quien ya le ha dado muchas muestras de tolerancia a Javier Duarte, lo va a seguir protegiendo. Esos mismos analistas de café señalan que Javier Duarte desde un principio compró impunidad para sí mismo y para los suyos. «O que te crees que las maletas con 25 millones de pesos que el gobierno de Veracruz enviaba a Toluca eran para comprar chicles”, es lo que dicen.
Hay que recordar que fue el 30 de enero de 2012 cuando atraparon a Vicente Benítez con 25 millones de pesos en efectivo transportados en un avión del gobierno de Veracruz; Tomás Ruiz, el que sabe todo sobre las empresas fantasma dijo que el dinero era para cubrir gastos de las fiestas de La Candelaria y la Cumbre Tajín; otra gran mentira.
Por supuesto esos 25 millones de pesos no fueron los únicos que se enviaron en los aviones del gobierno de Veracruz. Se dice que fueron muchos viajes, semana tras semana, con cantidades semejantes para la campaña de Peña Nieto.
Iniciaba la campaña de Peña Nieto para presidente de la República que se definiría 6 meses después, es decir 26 semanas de maletas llenas de dinero con rumbo a Toluca, lo que haría la cantidad de 650 millones de pesos; ¿una coincidencia?
Se comenta que con eso Javier Duarte pudo comprar por anticipado la impunidad de la que ahora goza. Porque, ¿con qué cara le exige honestidad el presidente de la República al gobernador Duarte, si él mismo aceptó cantidades inmensas de dinero que Duarte debió haber obtenido mediante esas empresas fantasma?
En el momento que Peña Nieto le pregunte a Duarte dónde fueron a parar esos 645 millones de pesos, Javier le podría tener una respuesta rápida: “Una buena parte se fue para su campaña señor presidente”.
Mientras tanto los esfuerzos del gobierno de Veracruz son para descalificar el trabajo periodístico de Animal Político, por supuesto no tienen ninguna intención de investigar a los notarios que dieron fe de estas empresas; no hay ninguna intención por investigar a los funcionarios que entregaron los contratos; no hay ninguna intención por verificar si se entregaron los productos que se licitaron.
El gobierno de Veracruz lo único que quiere es negar, negar. Sin embargo, ahí están los documentos, los nombres de las empresas fantasma, las direcciones, los dueños apócrifos. Ahí está todo, menos los 645 millones de pesos.
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