Arturo Reyes Isidoro / Lo que faltaba. A catorce días para que termine la campaña a gobernador y a dieciocho de que vayamos a las urnas, la comunidad universitaria se organiza para parar el próximo martes 24 en demanda de que el Gobierno del Estado pague lo que le debe a la Universidad Veracruzana, 2,500 millones de pesos en números cerrados.
En el caso de Xalapa, para este jueves, o sea para mañana, se está convocando a una concentración en el área de la USBI, en el campus de la capital del estado, en apoyo a los consejeros que habrán de formalizar la decisión en una reunión del Consejo Universitario General.
Pero la decisión está tomada, tanto que están convocando a integrar un Consejo General de Huelga con comités de lucha en cada una de las áreas y dependencias de la casa de estudios.
Ayer bullía el ánimo de protesta y todos se aprestaban a ir al paro indefinido, para el cual se pedirá el apoyo del resto de las universidades del país, un movimiento que, es preciso decirlo, nace de la comunidad universitaria al cual es ajeno la rectora Sara Ladrón de Guevara, aunque se espera su apoyo y solidaridad, que no del dirigente de los académicos, Enrique Levet Gorozpe, a quien el viernes al menos la mitad de los agremiados le hicieron el feo en la cena baile que organizó en Xalapa con motivo del Día del Maestro.
El paro indefinido se extenderá a todos los campus en el estado, y aunque los organizadores se han cuidado muy bien de decir que no quieren que este movimiento se contamine con el proceso electoral, lo cierto es que yo como trabajador de la UV escuché ayer que los trabajadores repetían una consigna: ni un voto al PRI si no nos pagan.
De por sí, al menos en lo que alcanzo a percibir, la comunidad en su mayoría es antipriista y en buena parte, por no decir que en su mayoría o casi en su totalidad, comulga con la izquierda, en el caso actual con un hijo de la Universidad, el candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, que al final puede resultar la sorpresa de la elección.
Lógicamente, la noticia no es buena para los candidatos del PRI a diputados locales, Corintia Cruz Oregón y Adolfo Toss Capistrán, pues sobre ellos recaerá en forma directa el voto de castigo, por ser Xalapa el epicentro de la protesta, aunque la inconformidad alcanzará necesariamente al candidato a gobernador, Héctor Yunes Landa.
Claro, a menos que como presumió el gobernador Javier Duarte de Ochoa el domingo ante maestros de nivel básico, medio y medio superior, cumpla en tiempo y en forma y pague a la casa de estudios, desactive la inconformidad y de paso ayude a los candidatos de su partido a gobernador y a diputados locales.
Por donde se le quiera ver, la noticia no es buena para el aparato oficial, pues el activismo de los universitarios es considerable y el único beneficiado con el movimiento puede resultar el candidato de Morena, que ante el cuestionamiento que algunos hacen de su persona muchos comentan que más mal no nos puede ir después de lo peor que nos ha ido con los gobiernos priistas.
Realismo mágico el 5 de junio en Veracruz
Como en el Macondo del realismo mágico de Gabriel García Márquez, en Veracruz el 5 de junio va a llover dinero.
Ayer escuché a propósito a un operador político del PRI, de los de a de veras, al que quería escuchar, quien me confirmó en corto y en confianza que con medidas legales y extra legales van a ganar la elección. Le creo tanto que no me cabe duda que así va a ser.
Antes, una persona del Gobierno Federal me había confirmado también lo que ya sabía: que desde hace semanas la poderosa maquinaria oficial electoral se echó a andar, una maquinaria hecha para ganar al costo que sea.
En Cien años de soledad, Gabriel García Márquez narra que cuando le tomaban las medidas del ataúd a José Arcadio Buendía, durante toda esa noche llovieron minúsculas flores amarillas. “Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro”.
Las flores amarillas representan suerte, a diferencia de las mariposas amarillas, también mencionadas en la obra del Premio Nobel de Literatura colombiano.
Gabo narra que las mariposas amarillas perseguían a Mauricio Babilonia, un aprendiz de mecánica de una empresa bananera. Existe la creencia de que cuando estos insectos pasean por la noche, son símbolo de mala suerte. A Babilonia, que era descendiente de gitanos –encargados de llevar a Macondo ‘inventos’ como el hielo–, las mariposas amarillas lo atormentaban fuera a donde fuera (en mi niñez, en mi nativa Coatzacoalcos, cuando de pronto aparecían por las noches en época de calor revoloteando dentro de las casas, al tiempo que les teníamos temor procedíamos a matarlas de inmediato, insensatos, sin saber lo que hacíamos).
Alguna vez, en gira de trabajo me tocó pernoctar una noche en Huatusco, y esas imágenes del realismo mágico de García Márquez me vinieron a la memoria cuando vi llover ¡chicatanas!, hormigas gigantes que azotan como una plaga los meses de mayo y junio, como ahora, una vez al año, y que sirven para preparar un platillo típico, de diferentes formas, que uno se chupa los dedos.
Había llovido en abundancia y había quedado una bruma que era rota solamente por las farolas del parque municipal, donde de pronto sentí sobre algo que pensé que eran gruesas gotas de lluvia, primero, abejorros, después, pero no, pronto me di cuenta que eran chicatanas porque además prácticamente todos los pobladores habían salido con latas, de las que utilizaban antes los albañiles, para prácticamente cacharlas o atraparlas y meterlas en el recipiente hasta rellenarlo totalmente, que iban a vaciar a algún lado y pronto regresaban de nuevo para seguir con la tarea. Sobra decir que al día siguiente desayuné unos tacos de chicatanas en pipián, como nunca he vuelto a saborear.
Pero ya me alejé bastante del tema que me interesa ahora. Decía al inicio que dentro de tres domingos, el 5 de junio, va a llover dinero, y hay que cacharlo.
Me han confirmado que la maquinaria oficial que se echó a andar fue para asegurar el triunfo del candidato del PRI.
Para ello se está moviendo ya una estructura humana que está siendo desplegada por todo el estado, debidamente instruida, para comprar votos todos, los que más se puedan, sin ningún límite, esto es, que pagarán a todo el que quiera o se deje y lo que pida pues la inversión bien vale una gubernatura.
Muchos candidatos tricolores a diputados locales, hombres y mujeres, se quejan continuamente de que no les han soltado un solo quinto para sus campañas, pero comentan también que es que les han dicho que el biyuyo es para la “operación” del día de la elección.
La operación no es otra cosa que el pago de transportes para acarrear gente a votar, para comprarles su voto, para sobornar a los funcionarios de casilla de la oposición con el propósito de que se hagan de la vista gorda y dejen que les rellenen las urnas, para pasarles una corta a los representantes de partidos para que tampoco vean nada, etcétera.
Dinero, me dicen, hay mucho y ese día va a llover prácticamente, y no se “mojará” quien no quiera, y las cantidades irán también de acuerdo a las exigencias, ya que en los últimos comicios los votos se han ido cotizando cada vez más altos, por lo que ya son historia aquellos 100 pesos que empezaron ofreciendo inicialmente, y ahora fácilmente pueden ofertar hasta 2,500 pesos por cráneo, si no es que más, pues hoy la oposición está cabrona y no se puede andar con titubeos, no señor.
De que va a haber beneficiados, no se dude, porque aquel que no venda su voto, el dinero se lo quedará a quien le hayan dado para pagar, para repartirlo, aunque, también me lo han dicho, hay el temor de que algunos vivillos no cumplan su tarea y de plano se lo embolsen pues la crisis económica está cabrona y, ni modos, hay que pagar las colegiaturas de los niños por adelantado las más que se puedan porque terminando las campañas habrá un espacio de cinco meses en que privará la incertidumbre pues los operadores no sabrán si van a agarrar chamba o no a partir del 1 de diciembre.
Pero de que va a llover dinero, lo va a llover, sobre todo dinero tricolor, aunque no se duda que también habrán billetes de color azul-amarillo, por lo que, no se quede atrás, saque su bolsa y dispóngase a cacharlo, piense que si no lo toma usted se lo quedará otro, porque esto se da sólo cada seis años y bien dice el dicho que a la ocasión la pintan calva, esto es, no hay que vacilar, sino tener decisión y diligencia para no perder las oportunidades que se presentan, pues no suelen aparecer dos veces. Finalmente, el dinero es suyo, es el que paga con sus impuestos.
Así que ya sabe, allá usted si se lo pierde, yo le aviso con tiempo, que conste.
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